Personal Shopper empieza como una película de terror barato: con Kristen Stewart pasando la noche en una casa encantada. Con ello, Olivier Assayas se sacude a los señoritos y procede a uno de sus deliciosos mejunjes, porque el parisino nunca le ha hecho ascos a los géneros populares y la prueba es una filmografía novelesca, llena de alegatos, constancias y regocijos posmodernos que en ocasiones se remontan hasta la era del serial.
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