Gene Wilder todavía no había cogido una cámara cuando se enfundó la chaqueta morada de Willy Wonka. El actor, cuyos millones de fans lloran hoy su pérdida, ya destacaba en el panorama cómico de 1971. Tal era su estatus, que se permitió dirigir una carta a Mel Stuart en la que detallaba al milímetro la entrada circense de Wonka frente a la multitud. Quería marcar desde los primeros fotogramas el carácter inestable del mago del chocolate y no pasó por alto ni una puntada de su vestimenta. "El sombrero es fantástico, pero dos pulgadas más corto lo hará más especial. Y combinar los zapatos con la chaqueta está bien, pero combinarlos con el sombrero es puro sabor".
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