Quantcast
Channel: ElDiario.es - Cine
Viewing all 2750 articles
Browse latest View live

'Star Wars: Episodio IX' rebusca entre el material inédito para seguir resucitando a Carrie Fisher

$
0
0

J.J Abrams no está listo para dejar marchar a Carrie Fisher. El director, que regresa para capitanear la última entrega de la saga Skywalker, ha anunciado hoy que el papel de Leia Organa volverá a ser interpretado por la veterana actriz utilizando material de archivo inédito de Star Wars: El despertar de la fuerza, como ya hicieron en el Episodio VIII.

"Amamos desesperadamente a Carrie Fisher", dice Abrams en el comunicado. "Nos resultaba imposible encontrar un final totalmente satisfactorio a la saga de Skywalker sin ella. No íbamos a buscar otra actriz ni utilizar un personaje creado por ordenador. Con el apoyo y la autorización de su hija Billie, hemos encontrado la forma de rendir homenaje a su legado y al papel de Carrie como Leia en el Episodio IX utilizando imágenes inéditas que rodamos juntos para el Episodio VII".

Los miembros del reparto que regresan incluyen a Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Lupita Nyong’o, Domhnall Gleeson, Kelly Marie Tran, Joonas Suotamo, y Billie Lourd. Al elenco del Episodio IX se incorporarán Naomi Ackie y Richard E. Grant, a quienes se unirán los míticos actores de Star Wars Mark Hamill, Anthony Daniels y Billy Dee Williams, que retomará su papel de Lando Calrissian.

Por su parte, el compositor John Williams, que ha escrito la música de todos los capítulos de la saga de Star Wars desde Una nueva esperanza en 1977, presta por última vez su partitura para despedirse definitivamente de la producción galáctica.

El rodaje de Star Wars: Episodio IX arrancará el 1 de agosto de 2018 en los Estudios Pinewood de Londres y se podrá disfrutar en cines en diciembre de 2019. 


Once 'road movies' que no son 'Thelma y Louise' para desmelenarse en verano

$
0
0

"Solo los exploradores entran aquí. No cualquier niñito que usa un casco y un par de gafas. ¿Reúnes los requisitos?". Así desafía la pequeña aventurera Ellie al tímido Carl en el entrañable prólogo de la película Up con la que Pixar terminó de conquistar nuestros corazones en 2009. En los apenas diez minutos en los que se enamoran y tristemente se separan, nos emocionaron y convencieron de que los viajes que emprendemos podrán cambiarnos la vida. Y que merecerá la pena.

Dentro de las posibilidades de travesías a realizar, los road trips tienen un encanto especial. Nada como echarse a la carretera para disfrutar no sólo del destino, sino de sacarle el máximo partido al trayecto, con la radio encendida, entablando conversaciones dispares y coleccionando anécdotas. Para aquellos que sepáis de lo que hablamos, hemos seleccionado once películas que mejor llevan a la pantalla estas peripecias: las road movies.

Instauradas como género cinematográfico, son la opción idónea para la cinefilia veraniega. ¿Por qué? Porque consiguen proyectar las aventuras en las que nos encantaría embarcarnos y aspiramos a hacerlo algún día. Hasta entonces, proponemos viajes por Francia, Estados Unidos, España o Italia, con mujeres recién escapadas de una institución psiquiátrica o del yate de un padre rico, familias que huyen del hambre y la pobreza, dos jóvenes amigas que deciden alejarse de sus hogares para disfrutar de su independencia o personajes que en sus trayectos encuentran o refirman su amor. Los hay de carne y hueso, animados, en color y en blanco y negro. 

Sucedió una noche (Frank Capra, 1934)

Empezamos por un clásico. El filme de Frank Capra es una de las principales comedias de los años 30 y fue el primero en conseguir los cinco principales premios de la Academia de Hollywood: película, director, actor, actriz y guion. Más allá de los reconocimientos, relata la historia de amor entre los personajes interpretados por Clark Gable y Claudette Colbert. 

Ella es hija de un millonario que no aprueba la relación que mantiene con un piloto y cazador de fortunas. Aun así, decide escaparse para encontrarse con él en Nueva York. En el autobús de camino coincide con un periodista interpretado por el galán Gable que, ansioso de encontrar una historia, le pide acompañarle para escribir su camino. Del desdén y distanciamiento inicial, la pareja irá poco a poco entendiéndose y, como podría esperarse de una comedia del Hollywood dorado, también enamorándose. 

El largometraje contiene escenas de lo más disparatadas y, en algunos casos, con una alta carga erótica comparado con lo que se veía en los filmes de la época. Algo que, de haberse rodado unos meses más tarde, no habría sido posible por la instauración del Código Hays, que determinaba mediante unas reglas restrictivas lo que se podía o no ver en una pantalla. Esta norma condicionó la producción cinematográfica hasta 1967. 

Viaje a Darjeeling (Wes Anderson, 2007)

Ya explicamos las siete razones por las que te encanta Wes Anderson, entre las que se incluimos sus inicios, su obsesión por la simetría a partir de un eje vertical, sus colecciones de objetos vintage o sus características paletas cromáticas. Por supuesto, todas ellas se repiten en la emotiva, accesible y agridulce Viaje a Darjeeling

Tres hermanos, interpretados por Owen Wilson, Adrien Brody y Jason Schwartzman, llevan sin hablarse un año y deciden embarcarse un viaje en tren por la India a bordo Darjeeling Limited:  la línea ferroviaria que recorre el país de un extremo al otro. Quieren encontrarse a sí mismos y estrechar de nuevo lazos pero su intento de búsqueda espiritual se ve truncado por sus disputas y comportamientos extremos que les obligan a apearse del tren. Aquí comienzan un nuevo trayecto solos en medio del desierto con once maletas, una impresora y una máquina de laminación. 

La película se rodó en un tren de verdad en movimiento, de acuerdo con la preferencia del director de rodar de la manera más realista posible. Anderson escribió el guion junto con Roman Coppola y Jason Schwartzman. Viajaron a la India asumiendo cada uno el papel de los tres protagonistas, imaginándose sus acciones y reacciones. Otro de sus puntos fuertes es la música: con temas de The Rolling Stones o The Kinks. 

Up (Pete Docter, Bob Peterson, 2009)

Sabemos que no es una road movie al uso pero no hemos podido resistirnos a incluirla en nuestra lista. La conmovedora historia del viudo Carl se alzó con dos Oscar y fue la segunda cinta de animación en estar nominada en la categoría de Mejor Película, algo que hasta entonces sólo había conseguido La Bella y la Bestia en 1991. El prólogo en el que se narra la historia de amor entre Carl y Ellie es uno de los momentos más brillantes de los estudios y una presentación de personajes ejemplar. 

Con este arranque es inevitable no empatizar con el anciano que se niega a vender su casa y decide emprender un viaje, acompañado del pequeño explorador Russell y el perro Dog rumbo a Cataratas del Paraíso, en Venezuela. Como medio de transporte utilizan su vivienda de suspendida con globos de colores hinchados con helio, 10.286 para ser exactos. Se desplazan al ritmo de la banda sonora de Michael Giacchino. 

Desde su presentación en el Festival de Cannes, el filme dirigido por Pete Docter y Bob Peterson conquistó el corazón de crítica y público.  El "Libro de aventuras" se convirtió en pieza de coleccionista y símbolo de esta historia de amistad y amor, demostrando que incluso a los 78 la mejor aventura puede estar aún por llegar. 

Locas de alegría (Paolo Virzi, 2016)

La película de Paolo Virzi fue la gran triunfadora de los premios del cine italiano en 2017, alzándose con cinco. En España fue recibida con el mismo entusiasmo. Se presentó en el Festival de Valladolid conquistando la Espiga de Oro, el Premio del Público y a la Mejor actriz para Valeria Bruni Tedeschi. Aquí la definimos como la Thelmna & Louise a la italiana

El gran valor del largometraje es la forma en que revela el poder de la solidaridad femenina través de dos personajes rotos que se encuentran en una institución psiquiátrica. Valeria Bruni Tedeschi interpreta a una condesa millonaria y Micaela Ramazzotti a una joven frágil e introvertida. Entre ellas consiguen lo aparentemente imposible y es que en su "locura" se entienden, quieren, apoyan y mejoran.

La cinta transmite euforia, poniendo en evidencia el "otro" manicomio en el que vivimos los considerados "cuerdos". Un tratamiento de las enfermedades mentales lejos de la tragedia, la condescendencia o el victimismo. Aquí son dos mujeres que generan admiración. Dos almas que unidas tratan de escapar de los esquemas sociales. Que levante la mano quien se atreva a juzgarlas. 

Diarios de motocicleta (Walter Salles, 2004)

El cineasta Walter Salles relata el viaje que realizaron el "Che" Guevara y su amigo Alberto Granado por América del Sur en 1952 a bordo de una motocicleta destartalada. Gael García Bernal y Rodrigo de la Serna interpretan a los dos protagonistas, estudiante de medicina de 23 años el primero y bioquímico de 29 el segundo. El guion está basado en los libros de la expedición Notas de viaje y Con el Che por América Latina que ellos mismos escribieron. 

La cinta permite conocer la transformación del joven Ernesto en el carismático "Che" antes de que vistiera con fusil al hombro. Se suceden los acontecimientos y vivencias que depositaron en él el germen de la revolución. Su toma de conciencia social al salir del cascarón familiar y conocer otras formas de vidas posibles.  En el viaje se hace evidente el gran contraste entre la belleza grandiosa de las localizaciones y la sordidez de la situación de las personas que las habitan. 

El propio García Bernal reconoció que la película había supuesto para él un viaje fílmico, geográfico y psicológico. "Me invitó a conocerme a mí mismo, a reflexionar sobre mí y mi circunstancia como ciudadano latinoamericano", afirmó. Jorge Drexler ganó el Oscar a la mejor canción con el famoso tema Al otro lado del río. En España, José Rivera se llevó el Goya al mejor guion adaptado. 

Mi Idaho privado (Gus Van Sant, 1991)

Además de ser una de las últimas películas del actor River Phoenix antes de su muerte en 1993, esta road movie ha pasado a la historia por ser icono no sólo del género sino también de lo queer y del cine indie. En la retrospectiva sobre Gus Van Sant, que podrá verse en La Casa Encendida de Madrid hasta septiembre, hay archivos del rodaje y polaroids que el director tomó durante el casting del fallecido intérprete y su compañero en pantalla, un jovencísimo Keanu Reeves.

Mike (Phoenix) es un chapero que sufre narcolepsia y que quiere reencontrarse con su pasado para unir las piezas que siente que están rotas y marcando su existencia. Scott (Reeves) se dedica a la prostitución para rebelarse contra su padre, alcalde de la localidad. Juntos se marchan a conocer a la madre del primero y viven diferentes experiencias que los conectan con sus identidades.

Considerada como película de culto, terminó por catapultar la carrera de Van Sant y consagró a Phoenix con su premio al mejor actor en el Festival de Venecia. Uno de sus mejores papeles e idóneo para acercarse a la figura de esta leyenda. El punk, las drogas, la vida a la deriva y el descubrimiento de la sexualidad conforman este retrato de la juventud dotado de gran personalidad. 

Hola, ¿estás sola? (Icíar Bollaín, 1995)

Esta es otra ganadora del Premio del Público en la Seminci de Valladolid, realizada en España y ópera prima de una de las cineastas más importantes de nuestro país, Icíar Bollaín. Hola, ¿estás sola? es una road movie fresca y simpática sobre la emancipación de dos jóvenes a las que dan vida Candela Peña y Silke. 

Las dos veinteañeras deciden emprender juntas un viaje con el que consolidan aun más su amistad, se enamoran, divierten, fracasan y decepcionan. Su presente, en el que no tienen nada que perder pero tampoco parece que mucho que ganar, es su principal nexo de unión. 

La historia es sencilla, no se producen grandes acontecimientos ni acciones trascendentes pero es ahí donde reside su valor, en retratar a dos amigas que buscan un cambio y que lo afrontan de la mano. Se cuenta de forma natural, con humor y con un ruso llamado Olaf al que también deciden compartir. 

Las uvas de la ira (John Ford, 1940)

Basada en la novela ganadora del Pulitzer de John Steinbeck, que en 1939 describía la devastación del mundo entonces pero que en gran parte podría aplicarse a lo que ocurre hoy, Las uvas de la ira fue llevada al cine en 1940 por John Ford. En ella, una familia de granjeros se ve obligada a abandonar su casa, desahuciada por el banco, y se traslada a otro lugar en busca de una vida mejor. 

Henry Fonda interpreta al padre que regresar a su hogar después de cumplir condena en prisión cargado de una ilusión que se transforma en frustración al verse obligado a abandonar sus tierras. La esperanza de lograr una vida mejor en California le impulsa, pero en su extenso viaje se suceden las penurias. 

Funciona como una oda a la dignidad de los millones de desamparados que durante la Gran Depresión salieron a la carretera con un porvenir incierto como rumbo. Ford obtuvo el Oscar al mejor director y Jane Darwell la estatuilla a la Mejor actriz secundaria. 

Dos en la carretera (Stanley Donen, 1967)

Ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, la película dirigida y protagonizada por Stanley Donen junto a Audrey Hepburn plantea interrogantes sobre las parejas como cuándo se sabe si una relación se ha terminado, si todas pasan por diferentes fases o si el sexo es más o menos placentero según el grado de enamoramiento.

La cinta abarca doce años de este matrimonio que decide viajar de Londres a Francia para revivir el romántico comienzo de su idilio, sus primeros años de compromiso y su decadencia. El paso del tiempo les ha impregnado de cambios que les llevan a cuestionarse si deben separarse o continuar juntos aceptándose mutuamente.

Una comedia en la que el tratamiento del argumento no es lineal y en su montaje se suceden distintos pasajes la pareja. Sus fases ascendentes y descendentes, así como el camino de la pasión a la ruptura resueltos formalmente con sobresaliente. Les acompaña la hermosa música de Henry Mancini. 

El castillo ambulante (Hayao Miyazaki, 2004)

Esta joya de los studios Ghibli es el segundo título de animación que recogemos en esta selección y el octavo que dirigió el japonés Hayao Miyazaki. El autor de La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro se basa aquí en la novela homónima de la escritora británica Diana Wynne Jones. Narra la historia de Sophie, una joven sobre la que pesa una horrible maldición que le confiere el aspecto de una anciana. Decide pedir ayuda a un mago que vive en un castillo ambulante.

De los temas tratados en el libro, Miyazaki se centró en el amor, la lealtad y los efectos destructivos de la guerra, sobretodo por su oposición ante la guerra de Irak desatada tiempo antes a la producción del filme. Introduce también el vuelo, como capacidad que hace libres a sus personajes, al tiempo que resalta la positiva forma con la que aborda la vejez. En el filme la importancia de la apariencia es mínima, al dejar claro que lo que nos representa son nuestros actos. 

El cineasta se inspiró en la estética del subgénero de ciencia ficción steampunk en la que abundan las tecnologías anacrónicas y las invenciones futuristas, como lo son  las máquinas voladoras que utilizan los personajes en algunas escenas. La película tuvo su estreno mundial en el Festival de Venecia y a España llegó en el certamen de Sitges. Cosechó otros tantos premios, aunque el Oscar a la Mejor película de animación se le escapó. 

Pierrot el loco (Jean-Luc Godard, 1965)

Fue la protagonista del cartel del último Festival de Cannes y un ejemplo de la capacidad de innovación y el audaz estilo de su director, el francés Jean-Luc Godard. La figura de este cineasta fue llevada al cine el año pasado en un biopic centrado en sus celos, actitud posesiva y en forma de fiasco de crítica y taquilla. Pero aquí hemos decidido tratar su obra con el respeto que merece y hemos ensalzado esta road movie que utiliza una historia de persecuciones para hablar de las emociones. 

Jean-Paul Belmondo y Ana Karinna protagonizan el largometraje que cuenta cómo un hombre abandona su matrimonio para embarcarse en una loca aventura amorosa y criminal con una examante con la que se reencuentra. Es en sus trayectos donde comparten sus ideas sobre distintos temas como la vida, el amor o los seres humanos. 

La búsqueda desesperada de Pierrot de la satisfacción, la alegría y el sentido le vuelven cada vez más demente. En el filme se repite el estilo particular de Godard a la hora de tratar el tiempo, el color y llevar a los personajes a romper la cuarta pared. Lo hace en contra de la convención y decidido a cumplir sus propósitos narrativos. 

Hillary Clinton sigue el ejemplo de los Obama y se estrenará como productora televisiva junto a Spielberg

$
0
0

Hillary Clinton debutará como productora de televisión con la adaptación del libro The Woman's Hour: The Great Fight to Win the Vote, que narra la lucha de las mujeres en Estados Unidos para que se aprobara el sufragio femenino. Lo hará acompañada por el cineasta Steven Spielberg, según informó The Hollywood Reporter

Amblin Television, la compañía cofundada por el autor de Los archivos del Pentágono ha adquirido los derechos televisivos del volumen escrito por Elaine Weiss. La exsecretaria de Estado será la productora ejecutiva de esta adaptación que aún no se ha confirmado si tendrá forma de telefilme o miniserie. Se espera que participe de forma activa en la búsqueda de guionista, el guion, el director y en el casting.

"En el centro de la democracia descansa la urna de votación, y el inolvidable libro de Elaine Weiss cuenta la historia de las líderes que, frente a una imponente oposición económica, racial y política, lucharon por y ganaron el derecho de las mujeres al voto en Estados Unidos", resaltó la excandidata demócrata a la Casa Blanca, "una inspiración para todos, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, en estos tiempos peligrosos".

"Muchas cosas podían haber ido mal, pero estas mujeres estadounidenses no aceptaron un no por respuesta: su triunfo es un legado por guardar y emular", apuntó Clinton, que se mostró en todo momento "emocionada" por poder trabajar en este proyecto. 

Política y televisión, estrechando lazos en EEUU

El desembarco de Clinton en la pequeña pantalla refuerza la estrecha relación que lleva estableciéndose en Estados Unidos entre política y televisión. Ocurrió con el magnate Donald Trump, que antes de ser elegido presidente del país, ya era popular entre el público gracias al programa The Apprentice, en el que varios candidatos competían por conseguir un empleo en su corporación. 

El paso mes de mayo se dio a conocer que el expresidente estadounidense Barack y su mujer Michelle Obama habían firmado un acuerdo con Netflix por varios años para producir películas y series que se emitirán en la plataforma. Más cercano a Hillary, su marido Bill Clinton adaptará a la televisión su propia novela The President Is Missing en formato serie y que emitirá el canal Showtime.

'The Devil and Father Amorth': el director de 'El exorcista' se recrea pecando en un dudoso "shockumental"

$
0
0

"Es muy deprimente trabajar con el maligno", apunta Jeffrey Burton Russell a William Friedkin en una de las entrevistas que orbitan en torno al gran reclamo de The Devil and Father Amorth, el segundo exorcismo capturado por el cineasta 45 años después de purgar a Linda Blair de sus flemas impías. Las arrugas del catedrático, que garabatean una expresión resignada en su rostro, atestiguan su afirmación. Al divagar sobre la malignidad a la que rindió servidumbre literaria a lo ancho de cinco volúmenes, exhala hastío, aprensión. Nadie aguantaría tal carga.

Nada que ver con la vivaz, incluso avasalladora actitud con la que el director encara su cita, A la caza del esquivo raptor de almas. Con una cámara fotográfica colgada al cuello cual crucifijo, sin iluminación ni ambages aparentes, se parapeta en la estancia habilitada para el noveno intento de purificar a Cristina, una italiana de profesión liberal y convicción católica al amparo del padre Gabriele Amorth, el más respetado de los exorcistas del Vaticano. Una efemérides única, pues será el primer servicio de estas características en difundirse al público, amén del último de estas características que practique el anciano, poco antes de fallecer a consecuencia de una neumonía.

Si la escena le inquieta (de hecho le inquieta, reconocería luego), el pulso con el que opera la máquina no lo refleja. A su manera, ya pasó por esto.

El pasado como evangelio

Amorth se enroló en la resistencia italiana a finales de los años cuarenta para combatir a Mussolini y Hitler. De este, como de Stalin, dijo que estaba "desde luego" poseído por el diablo. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y ante la tentación acechante de entregarse a la política, optó por ordenarse sacerdote bajo tutela de Candido Amantini para seguir estrechando el cerco a su némesis espiritual. A tal propósito dedicaría el resto de su existencia, convertido en el exorcista oficial de la diócesis de Roma.

Citando las cifras que él mismo declaró en uno de sus libros, Un exorcista cuenta su historia, allá por 1999, en su haber contaba 30.000 exorcismos, con distintas magnitudes; de acuerdo al documental, rodado en su ocaso vital, el número se disparaba hasta los 70.000 oficios.

Los números asustan, ciertamente. Sin embargo, para Friedkin hay otra anécdota de igual calibre: "Su película favorita es El exorcista, cómo no", afirma aguantando una mueca pícara bajo la vidriera de la capilla de Dahlgren, donde Damien Karras (Jason Miller) celebrara misa décadas atrás.

The Devil and Father Amorth está condicionada por la preexistencia de aquella. Su recuerdo se impresiona en el píxel con la subrepción con la que Pazuzu plasmara su rucia tez sobre el celuloide original. Friedkin se toma a sí mismo y a su obra magna (por más que él anteponga Carga maldita en su ranking particular) como medida del discurso, como vehículo para la experiencia. Algo no solo comprensible, sino inevitable.

Fue la oración de Merrin (Max von Sydow), según los versículos de William Peter Blatty, la que nos catequizaría en el temor al demonio, la que dictó el canon. Fue su prevalencia cultural la que indujo al clérigo a confiar en el realizador. Si "las personas tienen el gran defecto de la pasividad", según el sacerdote dejó por escrito en Mi encuentro con el diablo, en el talludo pero tenaz realizador se halla la excepción al insistir en abocarse otra vez al abismo. Al hacerlo, además, sin tener claro el fin último que lo impele a ello.

Al menos, eso parece. Más que establecerse un rumbo fijo, tantea el camino sin temer desviarse, en una amalgama de estilos, de lo expositivo a lo performativo. Los recursos se contradicen, claro: frente a la grabación íntegra del servicio religioso, sobre la que apenas se agregan leves matices contextuales en off; el recurso insistente a una enfática partitura de Christopher Rouse (Roque Baños se encarga de su orquestación), cuya modulación condiciona una forzada ligadura con el modesto acabado de los planos.

La retórica del extrañamiento en la que incurre comporta un visionado incómodo, desconcertante. Pero esa incoherencia formal embebe de sentido al conjunto, pues contrapone dos percepciones sobre la imagen cinematográfica: la teatralizada sobre la factual. La artificiosa sobre la irreal. La mí(s)tica sobre la telúrica. En la diferencia entre ambas habita el espectro que es el misterio. Como en una posesión, la primera fuerza su presencia en la segunda. The Devil and Father Amorth sería así una enmienda a la totalidad. Un ungimiento de la impura materia fílmica previa.

Del fervor a la sugestión

"Esto no es ficción. Es distinto a todas las películas. Y estuve allí para filmarlo", sentencia Friedkin antes de acomodarse en la habitación de la residencia de sacerdotes paulinos donde Amorth dará por inaugurada su ceremonia. La seguridad con la que destierra la noción que él mismo estableciera recuerda a la que el descreído predicador Cotton Marcus (Patrick Fabian) demuestra antes de enfrentarse a El último exorcismo, uno de las más estimables muestras del catálogo de found footage en los dos mil diez. Insondable subgénero este (al que conviene acercarse de la mano del crítico Diego Salgado) con el que la presente comparte más semejanzas de las esperables.

En el filme de Daniel Stamm, el pastor explicitaba su crisis de fe exponiendo a cámara las convenciones de un trabajo. Su tratamiento de la joven Nell (Ashley Bell) no era más que una simulación, un placebo destinado a aplacar su ardor. Cuando la manifestación satánica acababa produciéndose ("cómo no", apostillaría Friedkin), se optaba por un martirio físico (solo) en apariencia destrucado, plausible. Al resquebrajarse la frontera entre la imagen real y la ficcionada, al no reconocerse el objeto como apócrifo, ante el espectador se abre la sima de la incertidumbre. ¿Lo que vemos es verdad? ¿Qué vemos, en verdad?

Esa sensación se resume en el exorcismo a Christina. El bruto se nos ofrenda extractado en 17 minutos, con 7 cortes claros. La textura digital, de foco vacilante, inviste una cualidad casera al registro, amplifica la violencia intrínseca de la situación. El sufrimiento se sospecha verosímil; más aún, irrefutable. Sin embargo, tan pronto como la feligresa rasga sus cuerdas vocales interpretando un sonido gutural, nuestro sistema de creencias entra en conflicto. La dimensión de lo mostrado se eleva sobre lo mundano cual Reagan sobre el somier de su cuarto del barrio de Georgetown.

¿Es real tal arrealidad? ¿Es ese sonido una escenificación, una alteración a posteriori? Friedkin ha negado en público la mayor (que en los créditos se omita la parcela de postproducción de sonido descartaría el retoque... o al menos eludiría su puesta en duda), pero la indecisión ante el gesto ya ejerce una poderosa sugestión. Cabe juzgar su pertinencia, el uso que hace de la maleabilidad de la mujer, cuya dolencia, denomínese como sea, resulta evidente; pero no así la expresión de lo desconocido, de una otredad que, artificial o no, inflige desazón. Inquieta, demonios.

The Devil and Father Amorth trabaja desde esa corta distancia sobre lo real que impide discernir lo documental de lo pseudo-documental, el síntoma de la fenomenología. La dramatización de su último encuentro con la supuesta poseída, en un fortuito (a la par que conveniente) giro narrativo, cuestiona la naturaleza del artefacto, aproximándolo a coordenadas del cine mondo: de la búsqueda del misterio trascendente de la fe, el impacto se revela como única respuesta extraíble.

El diablo en los detalles

"¡Quiero que se vea!", exclamó Christina, o quien estuviera tiranizando su voluntad, mientras reptaba hacia William Friedkin y su jefe de producción italiano entre las paredes de una iglesia rural. O eso asegura el primero al compendiar esa cita definitiva con la paciente, adquiriendo su locución un ímpetu urgente, más propio de un apurado personaje de Poe que de un autor respetado. El collage de imágenes, entendido como la sorpresa con la que cerrar en alto el relato, se desborda hasta aguar cualquier pretensión de fiabilidad en el texto.

El vocablo Lucifer, uno de los nombres habituales a los que responde el ángel caído, equivalía en su origen latino al dador de luz, antes de su reinterpretación por la tradición hebrea. El cine, por su naturaleza, nace de la misma luz, transportada mediante la emulsión; luego se trataría del arte demoníaco refinado, su manifestación destilada.

El referente retratado queda poseído mediante el rito de la grabación, cuando la cámara se pone en funcionamiento. Y Friedkin, que araña las 83 primaveras en el momento en que The Devil and Father Amorth recibe su estreno imperceptible en Netflix, pretende ratificarse con esta pieza fea y deslavazada, pero a la vez subyugante, en el primer orden de su culto.

Porque escenas como la recreación certifican que este shockumental no es tanto un homenaje a la figura de Amorth, ni una dudosa cronología del mal espiritual que aflige a Christina, como una reivindicación de Friedkin mismo como portador, más allá de las nuevas generaciones o de otras consideraciones peregrinas. Casi un capricho con el que saciar su curiosidad inherente como creador de imágenes perdurables, como generador de temores irresolubles.

45 años después, contradiciendo a Jeffrey Burton Russell, Friedkin se ha acostumbrado a trabajar con el maligno, a ser su emisario, a energizarse a través de él. Vivir y morir en(tre) los ángeles. Qué decir, más que "salve".

'Dos mujeres', actrices de postín atrapadas en una trama de sobremesa

$
0
0

"Por mis venas corre la sangre de una partera", dice Martin Provost (Brest, 1957) en cada una de sus entrevistas. Hace 61 años, en un hospital de la Bretaña francesa, un niño nació con un grupo sanguíneo incompatible con el de su madre. Cuando estaban a punto de perder al bebé, la comadrona le hizo una transfusión de su propio plasma en una operación alto riesgo que le salvó la vida y le dejó marcado con una enorme cicatriz en el vientre.

Convertido hoy en uno de los directores más reconocidos del país galo, Provost sigue agradeciendo a aquella enfermera su sacrificio y por eso le hace un homenaje en su última película, Dos mujeres -titulada Sage femme en francés o partera-. Su filmografía, al igual que la de colegas como François Ozon, ha estado ligada desde el comienzo a la figura de la mujer. De hecho, siempre cuenta la anécdota de que le debe la vida a su madre y a la comadrona, y la carrera cinematográfica a Carmen Maura.

Lo que comenzó con la actriz almodovariana en su ópera prima Tortilla y Cinèma (1997), se extiende hasta nuestros días con un plantel femenino que no tiene nada que envidiar al del director manchego. Las actrices se enrolan sin pensarlo con Provost por su tacto a la hora de crear personajes complejos en situaciones verosímiles, caso contrario al que se critica en el cine de Almodóvar y Ozon. Ambos son comparados constantemente por el trato a sus féminas y su gusto por explorar una vis doliente que, en ocasiones, reduce a la mujer a un papel de plañidera.

En este filme, Provost ha reunido a las dos Cathèrine más poderosas del cine francés, Deneuve y Frot, para enfrentarlas en un universo lento y ordinario como la vida misma. Lo único que se sale de esta sucesión de normalidad es Béatrice (Deneuve), una fuerza de la naturaleza que reaparece en la monótona vida de Claire (Frot) para enseñarle las ventajas de quitarse el corsé y soltarse la coleta. Esta última trabaja en un hospital como matrona y su principal virtud (y a la vez mayor defecto) es que se desvive por los demás por encima de su propio bienestar. 

En un principio cuesta adivinar la relación entre estas dos mujeres que no parecen tener nada en común. Hay diferencia de edad, pero no lo suficiente para que sean madre e hija, y tienen un pasado en común, pero no tanto como para evitar tratarse de usted. La mayor es caprichosa, hipnótica y voluble, mientras que la segunda se ve sobrepasada por su despreocupación y a la vez no puede evitar caer en las redes de esta fascinante mujer.

Pronto descubrimos que Bèatrice fue la amante del padre de Claire cuando ella era una adolescente, pero no es por eso por lo que le guarda inquina. Provost le da la vuelta así al clásico rol de la rompehogares para dotar de sentimientos y contradicciones a una situación que siempre se reduce al marido infiel y la femme fatale que le come la cabeza.

Claire es cortante con la recién llegada pero no por vindicar el honor de su madre, sino por todo lo contrario. No le perdona haberles abandonado a ella y a su padre, razón por la cual este último se terminó suicidando y Claire tuvo que regresar a vivir con una madre a la que odia.

Béatrice dedicará buena parte del metraje a ganarse el cariño de la hija de su amante, en parte para curar las heridas del pasado y en parte porque necesita su ayuda de forma inminente. El motivo es que se está muriendo. Tiene cáncer y quiere asegurarse de que su entierro salga según lo previsto, solo eso. En el camino le dará una lección de disfrute vital a Claire, más centrada en cuidar su huerto de remolachas que en recuperar su vida privada y sexual. Será Bèatrice quien le anime a conocer a hombres y a no abandonar su vocación de partera por muy complicado que se lo ponga el feroz sistema de sanidad neoliberal.

Martin Provost ha admitido que el personaje de Cathèrine Deneuve es un reflejo de la personalidad de la veterana actriz. Elegante e impredecible, buena parte del este texto es fruto de la improvisación de la intérprete. Como contrapunto a su exceso gestual y a su rapidez verbal, Cathèrine Frot ofrece una contención llena de matices y entrenada a base de una filmografía sin baches que le ha valido siete premios César de la Academia francesa.

Ellas son lo mejor de una película que termina cayendo en la monotonía que pretende combatir Deneuve y en situaciones que parecen sacadas de una tragicomedia de sobremesa.

Sus más de dos horas de duración no justifican el mediocre desarrollo narrativo, en el que quizá lo más interesante es la poliédrica relación que se establece entre las dos mujeres, no en vano elegidas para el título de la película en español. Claire se debate entre la admiración ciega, la preocupación e incluso en el misterioso halo sexual que envuelve a una sexagenaria con alma de veinteañera. Más allá de eso, este personaje es reducido al via crucis de la mujer anulada por sus obligaciones como madre y como cuidadora en general. 

Avalado por grandes historias femeninas como Sèraphine, basada en la vida de la pintora Sèrapine de Senlis, o Violette, inspirada en la escritora protegida de Simone de Beauvoir, Violette Leduc, Provost se acomoda en el guion de Dos mujeres. No ha explotado las virtudes de partir desde un papel en blanco y ha apostado la solvencia de la película en el buen hacer de este par.

No hay duda de que una dirección experimentada es la que consigue la magia entre dos actrices que nunca habían coincidido en pantalla (aunque no lo parezca), pero si la próxima vez lo completa con una historia al nivel, el embrujo será total. 

'Los Increíbles 2': un gran poder conlleva una gran campaña neoliberal

$
0
0

La llegada de Iron Man en 2008 cambió el género de superhéroes para siempre. Fue entonces cuando se abrió la puerta a todo un universo cinematográfico que luego protagonizaría la cartelera casi mes a mes. Marvel se ha convertido en una marca habitual del séptimo arte y, a pesar de que algunas entregas son mejor valoradas que otras, ya han conseguido asegurarse un gran séquito de seguidores. Sin embargo, previamente apareció una película desvinculada del sello de cómics que supo adelantarse a dicho éxito: Los Increíbles (2004).

Su secuela llega 14 años después, en un contexto totalmente diferente al de la original. Ahora comparten plantel con Ant-Man, Capitán América, Thor y compañía. Es cierto que antes lo hacía con el Spider-Man (2002) de Sam Raimi o con Los 4 Fantásticos (2005), entre otros, pero la competencia nunca había sido tan dura. A pesar de ello, Los Increíbles 2 logra diferenciarse poniendo el foco en un aspecto alejado de la pirotecnia y las trepidantes escenas de acción (que también las tiene): en la familia. Bob (Mr. Increíble), Helen (Elastigirl), Dash, Violeta y el pequeño Jack-Jack vuelven a la gran pantalla justo donde se quedaron hace más de una década. El tiempo no ha pasado para ellos, aunque sí para nosotros.

Esta vez la familia se enfrenta a dos villanos: uno llamado el Raptapantallas, que logra hipnotizar a las personas a través de las televisiones; y el gobierno, que decreta la prohibición de los superhéroes tras comprobar el destrozo que causan con cada una de sus intervenciones. Al igual que en la primera cinta, el debate de los Parr gira en torno a si deben aceptar las leyes o si, por el contrario, deben luchar para hacer comprender al mundo cómo de necesario son los superhéroes.

La tarea recae exclusivamente en Elastigirl, encargada de liderar una campaña publicitaria para reintroducir a los superhéroes y hacer ver a la ciudadanía que pueden salvar vidas sin partir edificios a cada paso. ¿Cómo lo hace? Con una cámara incorporada en su traje que comparte en directo cada uno de sus pasos. Al contrario que Mr. Increíble, dedicado a cuidar de sus hijos, ella sí que es mostrada como ejemplo a seguir.

Precisamente por ello, hasta la propia actriz de Helen afirmó que Los Increíbles 2 "tiene un mensaje feminista". Y puede que sea así, pero desde luego no formaba parte de los planes de su guionista y director, Brad Bird (El gigante de hierro, Ratatouille, Misión Imposible: Protocolo Fantasma). "Si esto encaja con lo que está pasando me parece maravilloso, pero es un añadido, no la intención que hay detrás", explica el cineasta a eldiario.es. Añade que no pretendía hacer "una película política", sino una para "pasarlo bien con los personajes". Aún así, especialmente para el público adulto, resulta complicado ponerse solo las gafas de la diversión y no apreciar ciertas connotaciones en el discurso de Los Increíbles 2. Algunas de ellas positivas, como ver a Elastigirl pateando traseros sin complejos, pero otras quizá no tanto.

El libre mercado como salvador de los superhéroes

Las películas de Pixar, en el fondo, son una reflexión sobre el lugar que ocupamos en este mundo. Toy Story 3 habla sobre el paso de niño a adulto, Wall-e sobre una sociedad adormecida a la que no le preocupa la contaminación, Coco sobre el valor de la familia que ya no está… Es ahí donde reside gran parte de la magia. No obstante, el mensaje de Los Increíbles 2 parece no estar muy en consonancia con lo visto en otras producciones del estudio. Se pasa de los sentimientos, al dinero y la publicidad.

Es complicado abordar el tema sin entrar en spoilers, pero resulta inevitable no señalar a un personaje en concreto: Winston Deavor. Este es un multimillonario encargado de una gigantesca empresa de telecomunicaciones que ayuda a los Parr sin pedir nada cambio, solo demostrando su aprecio por los superhéroes. De hecho, es responsable de la campaña de marketing anteriormente mencionada y sobre la que gira el argumento de la película. Al igual que ocurre con Iron Man, repartir justicia pasa por tener una mansión y coches deportivos.

Deavor, en palabras del director, "es como Bill Gates", alguien que "puedes cuestionar lo que hace como empresario, pero no como filántropo". Por esta razón, The Guardian asocia lo visto en el largometraje con la figura de Steve Bannon, asesor de estrategia de Donald Trump y defensor del libre mercado como forma de vida. No es algo nuevo en Brad Bird. Como señala The New York Times, algunos críticos ya vincularon la primera película con la filósofa Ayn Rand, símbolo del individualismo y de los principios económicos por los que se regía Adam Smith.

Su guionista, sin embargo, se distancia de estas ideas afirmando que "no puede controlar esos pensamientos" y que "solo intenta entretener a la gente". Considera que siempre hay dualidad de interpretaciones, y pone como ejemplo otra película de la que es responsable: Ratatouille. "Seguro que los de izquierdas dirían: las ratas tienen que cocinar; y los de derechas dirían: pero qué me estás contando", mantiene.

Otro discurso presente en Los Increíbles 2 es el de que los superhéroes luchan contra el establishment, contra el poder establecido que les obliga a refugiarse en sus guaridas y a colgar el traje. Es similar a lo que ocurre en Batman: ¿debemos dejar que un enmascarado se tome la justicia por su mano, al margen de la ley? El problema es que, al contrario de lo que sucede en la obra del murciélago, en esta no existe debate. Simplemente, se acepta.

Brad Bird sostiene que su intención era privar a los personajes de aquello que más aman: trabajar como superhéroes. Por ello, pensó que "sería un buen argumento" reflexionar en "quién iba a pagar de todos los destrozos que habían provocado", algo con lo que el propio Bob bromea en el largometraje: "El seguro es la clave", recuerda el cineasta entre risas. Cuando, tal vez, el error sea tener que contratar un seguro para disfrutar de ciertos privilegios.

En esta línea se sitúa la reseña de The New Yorker, donde critican el "populismo autoritario" de Los increíbles 2 por "ofrecer la visión de unos líderes natos con una moral intachable a los que todas las personas deberían jurar lealtad". Puede que Bird no pretendiera hacer "una película política", pero es difícil no valorarla como tal cuando los personajes muestran su punto de vista al respecto. "Los políticos no entienden cuando las personas hacen el bien porque eso sería lo correcto", lamenta en un momento del filme Rick Dicker, amigo de los Parr.

No todas las partes son negativas. 14 años han servido para que los efectos digitales reluzcan con todo su esplendor, especialmente cuando se compara con la primera entrega. Solo hace falta mirar la detallada barba de Bob o el pelo en movimiento de Violeta para comprobarlo. También está la banda sonora de Michael Giacchino y Bao, el fantástico corto proyectado al principio. Es una secuela que hace justicia y entretiene a lo largo de dos horas, pero podría haber sido mejor si "el seguro no fuera la clave".

'Nico, 1988', la mujer detrás de la 'femme fatale' que fue mucho más que musa de la Velvet

$
0
0

"He estado en lo más alto. En lo más bajo. Y los dos sitios están vacíos". La cantante, modelo y actriz Nico es la protagonista del biopic dirigido por la italiana Susanna Nicchiarelli que se centra en los últimos años de su vida. Pero sobre todo en descubrir, sin ápice de nostalgia ni sensiblería, a la implacable mujer detrás del mito que rechazó ser definida como musa, femme fatale o amante de nadie y luchó por ser reconocida por su persona, talento y carrera en solitario. 

Adicta a la heroína, antipática, magnética, carismática y madre. Así es retratada en Nico, 1988, lejos de la gélida y perfecta imagen con la que se la recuerda. La cinta se alzó con cuatro Premios David Di Donatello (los Goya italianos): mejor guión, sonido, peluquería y maquillaje. En el festival de Venecia fue seleccionada como Mejor película en la sección Orizzonti y fue presentada en España en el Festival de Cine Europeo de Sevilla el pasado mes de noviembre. 

La danesa Trine Dyrholm, conocida por títulos como Celebración (1988) y En un mundo mejor (2010), es la encargada de meterse en la piel de la cantante alemana. Ella es quien pone voz a las actuaciones de la película y quien logra transmutarse en esta mujer que sale de gira con una banda de "principiantes" como ella los define, de los que sólo se salva la violinista, interpretada por la rumana Anamaria Marinca. En su viaje la acompaña también su manager (John Gordon Sinclair) y su inseparable grabadora, con la que registra los sonidos de los lugares a los que va, ya sean baños, la playa o la sala del hospital en la que su hijo yace convaleciente después de intentar suicidarse. 

Mujer y madre detrás de la artista

"En los ochenta era difícil ser madre y artista, pero también lo es ahora", explica la directora italiana a eldiario.es, días antes de ser ella misma quien diera a luz a su retoño. Nico tuvo un hijo con Alain Delon, que nunca lo reconoció. La madre del francés se enteró años más tarde de su existencia por la prensa y decidió llevarse a su nieto a vivir con ella y su segundo esposo. Por esa razón, el actor se pasó diecisiete años sin hablarles. 

El pequeño en discordia, Ari, fue una de las personas a las que Nicchiarelli entrevistó para recabar la información sobre la protagonista de su filme. También habló con su manager, Alan Wise y el rockero italiano Domenico Petrosino, amigo íntimo de la cantante. En la película se muestra que, para Nico, haber abandonado a su hijo fue el peor error de su vida. Frecuentemente expresa lo mucho que le echa de menos y, tras su intento de suicidio, acude a visitarle a la institución donde está siendo supervisado y consigue llevárselo con ella de gira. 

Ahora bien, ¿por qué decidió la cineasta centrarse en los últimos años de este icono de la cultura underground? "Quería alejarme de los tópicos de los biopic y, para mí y los que lo presenciaron, fueron sus mejores años. Consiguió tomar el control de su vida, su imagen y su arte. Incluso dejó las drogas". Desde luego, Nico derrocha personalidad y contundencia en sus palabras, travesías y actuaciones, lejos de cualquier tipo de victimismo y condescendencia. 

Christa Päffgen: ni femme fatale, ni musa

Christa Päffgen es el nombre real de la que acompañara con su voz a The Velvet Underground. El apodo de Nico fue idea del fotógrafo Herbert Tobias, para el que la actriz y modelo realizó varios posados siendo aun adolescente. Nico era el nombre de un antiguo amante griego al que el retratista añoraba como inspiración y desde entonces, ya nadie volvería a conocerla como Christa. 

Dentro de las escenas más poderosas de la cinta, las que muestran las entrevistas realizadas a Nico se sitúan en lo más alto del ranking. Componen momentos que permiten conocer a la artista a través de sus propias palabras. "La mayoría de ellas son adaptaciones de las conversaciones que la alemana concedió realmente", explica la realizadora italiana. "La forma en la que se expresaba era muy importante para entender su carácter", añade. 

En la primera de ellas, Nico es presentada como "la femme fatale de Lou Reed", ante lo que en seguida espeta que no le gusta que la llamen así. Como tampoco le gustaba que lo hicieran como musa de Warhol. En numerosas ocasiones se ve obligada a insistir en que dejen de preguntarle por su pasado porque "he venido a hablar del presente y mi carrera en solitario", como si su valía dependiera únicamente de haber sido relacionada con nombres como Dylan, Jimi Hendrix, el propio Lou Reed o Jim Morrison. 

En estos encuentros con la prensa desborda autenticidad. "Algo que siempre me ha fascinado de Nico como artista es que no buscaba complacer a nadie", reconoce Nicchiarelli, "ser ella misma formaba parte de su coraje. Tenía una relación muy sana con su propia imagen y su proceso de envejecimiento. Algo extraño entonces y también ahora". 

Así, la cineasta compone este retrato tan alejado de la tónica habitual del género biopic, rindiendo homenaje por el protagonismo único que le otorga. A ella, sus miradas, sus conciertos, su mala leche, su particular sentido del humor, su adicción y su arte.

Es cierto que por momentos pierde ritmo, pero en seguida sale a cantar para volver a atrapar al espectador con su potente estilo, en el que ser sorda de un oído pudo tener que ver, pero seguramente mucho menos que su forjado carácter. Interior al que aquí, por fin, se le concede el protagonismo que se merece, y no a la belleza de la que un día gozó y que Nico, en vista de que "cuando era guapa no era feliz", terminó por rechazar.

El 'increíble' éxito de los taquillazos de Pixar que también enamoran a la crítica, en siete gráficos

$
0
0

Hay muchas formas de medir la grandeza cinematográfica. Los millones de recaudación en taquilla y las candidaturas a los premios más prestigiosos del mundo son los baremos universales, pero lo realmente importante es la huella que queda en el imaginario del público. Pixar es de los pocos estudios que puede presumir de haber conquistado estas tres cimas durante 30 años y con un producto improbable como es la animación.

Aunque es complicado no contabilizar al menos una obra maestra entre su catálogo, la factoría ha tenido sus altibajos y la crítica coincide en que las secuelas son su particular talón de Aquiles. Cars 2 y 3, Buscando a Dory o Monstruos University hicieron saltar las alarmas sobre la carestía de ideas en la productora que llevó la originalidad a la costa oeste de EEUU. Y, sin embargo, aquí estamos, proclamando a Los Increíbles 2 como la película más taquillera de la historia de Pixar y el estreno más potente en su primer fin de semana en las salas.

La tradicional y al mismo tiempo disfuncional familia de superhéroes norteamericanos regresa 14 años después desbancando al grupo de peces tropicales que atrajo a los bolsillos del público. Buscando a Nemo se estrenó en 2003 con 108 millones de recaudación y solo fue superada siete años más tarde por Toy Story 3 y por su propia secuela en 2016, Buscando a Dory, que hasta hace un mes ostentaba el puesto de mejor estreno de animación de la historia de EEUU.

Tanto la segunda parte de Los Increíbles como el spin-off de la compañera de Nemo han roto la maldición de las secuelas que Pixar había arrastrado en taquilla hasta hace dos años. Si bien ninguna de las dos son reconocidas entre lo mejor de la firma, ¿qué ha provocado ese efecto llamada a los cines durante ambos veranos?

Un juguete arriesgado (y ganador)

Todo empezó a principios de los años 90, cuando un grupo de jóvenes inconscientes se apostó todo el dinero de un contrato de Pixar con Disney en producir Toy Story. Ese 22 de noviembre de 1995, ante el estreno de la primera película animada por ordenador, su fundador Ed Catmull y el director John Lasseter pudieron respirar tranquilos. Había sido un éxito indiscutible de crítica y taquilla, y más tarde sería aclamada como la mejor cinta que han producido en la casa del flexo.

No solo sentaron las bases estéticas para un nuevo tipo de animación que heredaba la técnica tradicional de Walt Disney y ofrecía una experiencia futurista, sino que dieron un golpe en la mesa a nivel argumental.

"No queremos hacer películas seguras. Queremos seguir rompiendo barreras en cuanto a la historia y a la animación. Tenemos ideas para películas increíbles y originales. Eso es lo que queremos hacer", le espetó Lasseter a Steve Jobs, entonces presidente de la compañía, en una reunión privada que relatan en el libro De Pixar al cielo.

Desde entonces, los de Lasseter (desde hace meses descabezados por acusaciones de abuso sexual) han apostado por personajes muy humanos incrustados en cápsulas fantasiosas. La factoría es experta en imprimir sentimientos universales y complejos a dinosaurios, ratas y coches que transforman el visionado en una experiencia emocional también para los adultos. La muerte, las relaciones maternofiliales, el incómodo paso a la adolescencia o a la vida adulta, y el miedo al rechazo son tratados con infinita maestría y cuidado para digerírselos a los niños, el público más exigente de todos.

Gracias a esa dualidad, los que ya están lejos de sus años bisoños siguen recordando a Toy Story, Up o Wall-E como una obra maestra. No como una cinta nostálgica o una película bonita, sino como una absoluta pieza de arte animado.

Los expertos hablan de una "edad dorada" de Pixar que acabó con el estreno de Toy Story 3 y que dio rienda suelta a las segundas partes (terceras y cuartas). En el caso de las aventuras de Andy, Buzz Lightyear y Woody, las secuelas se salvarían de la criba por el vínculo emocional que estableció la ópera prima con los espectadores y por la calidad de sus guiones. El momento más dulce de su trayectoria se encuentra entre los años 2007 y 2010, cuando lanzaron Ratatouille, Wall-E, Up y Toy Story 3, todas valoradas por encima de un 87% por la crítica.

Esta buena acogida suele traducirse también en la taquilla, donde estas cuatro cintas recaudaron algunas de las mejores cifras de la historia de la compañía. Lo difícil, como demuestran los blockbusters veraniegos de superhéroes, es que ocurra al contrario y que la crítica suscriba los taquillazos. Batman v Superman: El amanecer de la justicia, Escuadrón Suicida y La Liga de la Justicia fueron un éxito en las salas y un fiasco absoluto entre la prensa especializada.

Es más, aunque los millones recaudados no son nada desdeñables, excepto en el caso de Cars 3, el público suele ser menos generoso en sus notas que los críticos. Una prueba elocuente es, precisamente, Los increíbles, a la que los espectadores valoraron con una media del 75% y la prensa especializada con un 97%. Algunas de las que despiertan más consenso entre ambos, en cambio, son Toy Story, Up y Monstruos S.A.

Amplitud de miras

La reutilización de los cuentos clásicos, con toda la carga retrógrada que eso supone, ha sido uno de los grandes recursos y a la vez debilidades de Disney. Pixar no solo rechazó limitarse a las narrativas y personajes ya conocidos en contra de su empresa matriz, sino que fue capaz de poner un ojo fuera del ombligo estadounidense para atender a otras culturas o crear universos extensibles a todo el planeta

El viaje comenzó con Ratatouille, continuó con Brave y alcanzó su cima el año pasado con Coco, una oda a México en tiempos de Trump. Esa mirada globalizada le ha procurado el respeto de la crítica mundial, pero curiosamente ha sido un atrevimiento castigado por la taquilla de su propio país.

Los ejemplos más elocuentes son los de Coco y Ratatouille, con más del doble de taquilla mundial que nacional. Algo que, como muestran los datos, no ocurre con películas ambientadas en EEUU o que atienden a realidades puramente yankees, como Los increíbles o Monstruos University, que refleja la vida en los campus norteamericanos.

Las más repartidas son, sin embargo, las que se sitúan en terrenos reconocibles y no demasiado específicos de un lado determinado del planeta. La habitación de Andy, la casa voladora de Up, el universo de Wall-E o la profundidad del océano de Buscando a Nemo son nuestros destinos favoritos. El equipo creativo de Pixar sabe cómo hacer que el público se sienta bienvenido en el entorno natural de sus personajes, sin importar lo extravagantes que parezcan.

¿Peliculones navideños?

"Agosto es un mes de desaceleración, y es una manera de poner una película de estilo Pixar en un período en el que el mercado generalmente se rinde ante la audiencia familiar", dijo un experto en la taquilla estadounidense para justificar el desastre de Aviones. Sin embargo, resulta que la factoría de ficción suele lanzar sus grandes obras en los meses de invierno, cuando las salas de cine se convierten en un perfecto refugio familiar contra el frío.

Aunque los estrenos en verano responden a la inteligente estrategia de las vacaciones escolares, la crítica ha premiado más a las películas de Pixar invernales. ¿Tendrá algo que ver con el espíritu navideño que tanto han exprimido en la factoría del ratón y del flexo?

La otra opción es que los de Pixar se guarden los platos fuertes para el invierno por su cercanía temporal con el periodo de premios. El estudio ha ganado veintiséis Oscar de la Academia, cinco Globos de Oro y tres Grammy. Aunque, siendo honestos, ¿alguien se atreve a competir contra el gigante de la animación sea cual sea la estación del año?


Robert Redford se quita el traje de galán para quedarse con el de tímido ecologista

$
0
0

"Robert Redford confirma que dejará de actuar", la noticia hizo saltar todas las alarmas, "pero no descarta dirigir". Para entonces el daño ya estaba hecho. El protagonista de Memorias de África anunció que no volverá a aparecer en pantalla y algo se encogió en el corazón de la cinefilia. El shock inicial, sin embargo, provocó que se olvidaran las demás facetas de esta incombustible figura de Hollywood.

Además de su compromiso político como activista, Redford es el fundador del Festival de Sundance con el que cada año apoya a nuevos talentos a producir y exhibir sus largometrajes. Y también de la productora Wildwood Enterprises, detrás de títulos como Diarios de Motocicleta. En su juventud, una excursión por el parque nacional de Yosemite hizo nacer en él un intenso amor por la naturaleza y, desde entonces, su preocupación por el medio ambiente ha sido una influencia constante en sus películas y labor dentro del certamen. 

Periodismo y activismo por bandera

Redford es un claro defensor del periodismo. Fueron su rostro y el de Dustin Hoffman los que inmortalizaron el caso Watergate en Todos los hombres del presidente. Ellos interpretaron a los jóvenes redactores del The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, cuya investigación obligó a dimir al presidente Richaed Nixon. En una entrevista, el actor reconoció que desde entonces se prepara los papeles como lo haría un periodista porque "para ellos, como para mí, la historia es lo realmente importante".

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca no fue de agrado para el intérprete, que redactó un comunicado en el mismo medio estadounidense en 2017. En el artículo de opinión se adelantó a las preguntas frecuentes que se le realizaban en entrevistas acerca de las similitudes de lo ocurrido en el contexto de la película que protagonizó en 1976 y la situación actual, 45 años después.

En el texto reconocía que la coincidencia más importante eran "la libertad y la independencia de los medios de comunicación al defender nuestra Democracia". Especialmente,"el periodismo bueno y riguroso", dado que es "una de las armas más efectivas que tenemos para frenar el hambre de los poderosos". Respecto al filme Alan J. Pakula, dijo que siempre lo había definido como violento a pesar de no haber disparos, porque "las palabras son usadas como arma" y lamentó no tener claro si un escándalo similar se resolvería de la misma forma hoy.

En uno de sus títulos posteriores, Pacto de Silencio (2012), que él mismo dirigió y protagonizó, recuperó la memoria de los activistas radicales de The Weather Underground. Nacidos del movimiento estudiantil, actuaban en contra de la guerra de Vietnam. El largometraje es una llamada a la creación de un mundo mejor donde los jóvenes han de librar la batalla, y una reivindicación de la importancia de mantener la esperanza en la posibilidad de cambio. 

Agradecido y comprometido con la industria del cine

En el año 2001, el actor se alzó con el segundo Oscar de su carrera, esta vez honorífico, después de que en 1980 ganara el de Mejor director con su ópera prima Gente corriente desbancando de la terna a otros grandes como Martin Scorsese, David Lynch o Roman Polanski. En su discurso de agradecimiento reconoció que su labor dentro del Instituto y posterior Festival de Sundance no era otra que compensar a la industria del cine por todo lo que le había dado. Y es que no sólo las películas del Redford celebran el esfuerzo, también lo hace su institución.

En 1978 se dio cuenta de la enorme cantidad de historias que no se estaban contando, los directores a los que no se conocía y que, sin embargo, existían. Por ello, se lanzó a ampliar la industria y apoyar a nuevos artistas, creando "un lugar con credibilidad, donde los artistas tengan la oportunidad que se les niega. Duradero y comprometido". Aprovechó su renombre para unir a creadores establecidos y a jóvenes. 

Tres años más tarde tendría lugar la primera edición del Festival de Sundance, hoy erigido como el certamen de cine independiente más importante del mundo. Allí han visto la luz títulos como el debut de los hermanos Cohen Sangre fácil, American Psycho, Donnie Darko, Memento o Pequeña Miss Sunshine, entre otros tantos.

El medioambiente como afiliación política

"Dedico mi tiempo al arte y al medio ambiente", señaló en una entrevista. Y de la unión de ambos nació el Redford Center, cofundado junto a su hijo, el igualmente cineasta James. Su objetivo es utilizar el poder del cine, el vídeo y los nuevos medios para comprometer a la gente a través de historias inspiradoras que movilicen a la población en favor de la naturaleza. Su consigna es: "Hacemos historias que proyecten el plantea".

El director sufrió un gran shock tras pasar una larga temporada en Europa. En su regreso a Los Ángeles, la ciudad en la que había crecido era otra completamente diferente. "El desarrollo estaba fuera de control, descubrí que pertenecía a una sociedad que, para demostrar su fortaleza, necesitaba desarrollarse", recordó con enfado. "Estamos devastando la naturaleza a costa de ganar dinero. Mi afiliación política es el medio ambiente", añadió, incrédulo ante la falta de preocupación por el planeta que se encontrarán las futuras generaciones.

Su amada naturaleza ha tenido cabida, como no podía ser de otra forma, de su festival. En 2017 inauguró la semana reina del cine independiente el documental protagonizado por Al Gore Una verdad incómoda: ahora o nunca, diez años después de que su primer título inscrito en este género supusiera un antes y un después en la visibilidad y lucha contra el cambio climático. Aquí el propósito era demostrar lo que implica la revolución energética. En la misma edición hubo otros trece títulos programados sobre el mismo tema.

En el último certamen, celebrado el pasado mes de enero, Redford aprovechó para mostrar su apoyo al MeToo y Time’s Up, al "estar dando más oportunidades a las mujeres fuera y dentro del cine, para que sus voces sean escuchadas y puedan llevar a cabo sus propios proyectos". Como novedad, decidieron tomar medidas para asegurar el festival como un espacio seguro, con línea de teléfono para atender a víctimas de malas conductas, y un código propio para erradicar el acoso, discriminación, sexismo y comportamientos irrespetuosos que pudieran tener lugar en el evento. 

Su interés por el periodismo, el activismo, el apoyo a los nuevos cineastas y su preocupación por el medio ambiente convierten al Robert Redford en una figura cuya trascendencia va más allá de su talento delante y detrás de las cámaras. Por si éste no fuera ya suficiente. Las memorables interpretaciones de este tímido actor esconden el alma de alguien comprometido con su tiempo, su renombre y su amor por la naturaleza.

Celebremos la buena noticia que supone que aunque el ladrón de bancos al que dará vida en The Old Man and the Gun vaya a ser su último papel, tenemos legado con el que deleitarnos para rato. Además, como él mismo pronunció en la cinta de 1973 Tal como éramos, que no cunda el pánico, dado que "todo es demasiado serio para ser serio".

Cuatro películas de Ingmar Bergman para reconciliar a los escépticos con el maestro solemne

$
0
0

Ingmar Bergman (Suecia, 1918) ha sido alzado como uno de los grandes creadores del séptimo arte. Títulos como El séptimo sello, Fanny y Alexander, Fresas salvajes o Persona suelen aparecer en listados que intentan recoger las mejores películas de la historia. El cineasta también ha sido parodiado con más o menos cariño (véase Torremolinos 73) y se ha convertido en un paradigma de autor plomizo.

En ello, comparte destino con otro de los grandes existencialistas del cine moderno, Michelangelo Antonioni (quien, curiosamente, murió el mismo día que el sueco). Todo ello, a pesar de que la inmensa mayoría de obras de Bergman son de carácter narrativo, claras e incluso breves.

Ciertamente, Bergman fue un cineasta con tendencia a la gravedad. Sus ficiones a menudo incorporaban consideraciones sobre la mortalidad humana, el paso del tiempo o la duda de creyentes y escépticos ante el silencio de Dios. A grandes rasgos, el realizador combinaba temáticas propias del dramaturgo Henrik Ibsen (los encajes y desencajes del individuo dentro del colectivo, los conflictos entre el deseo y la conveniencia social) con el tremendo pesimismo del filósofo Arthur Schopenhauer.

Los duchos en Bergman recordarán más de un diálogo solemne, reflexivo, sobre la naturaleza humana, la fe o la ausencia de esta. Y habrán sido sacudidos por algunos momentos de contención emocional extrema que derivaban en abruptos estallidos de violencia verbal.

La capacidad de los personajes para pronunciar frases terribles en una aparente calma, con crueldad glacial, puede ser una de las característica más peculiares, a ojos mediterráneos, del mundo bergmaniano. Un mundo donde abundan los exámenes a las complicaciones y decepciones de la vida matrimonial. Aún así, Bergman también trabajó el humor. Por ejemplo, en El ojo del diablo, donde Lucifer se muestra atormentado por la insoportable bondad de una doncella.

Entre las imágenes más perdurables de las cosmovisión bergamiana está la abundancia de relojes que representan el paso del tiempo y la mortalidad que acecha. Por no hablar de aquella partida de ajedrez con la que un personaje de El séptimo sello intentaba aplazar el momento de su fallecimiento.

Ampliando un poco el tópico, proponemos una lista inevitablemente discutible de cuatro películas con las que iniciarse en la obra de Bergman y que se diferencian (siempre hasta cierto punto) de los dramas matrimoniales y las meditaciones existencialistas que se asocian con el cineasta sueco.

Sin duda, podrían añadirse otros títulos: la perturbadora experiencia estética de El silencio, la investigación clínica de un asesinato sexual en De la vida de los títeres, el vapuleo a las ilusiones, los deseos y los egoísmos de los personajes de Sueños... En la sección de comentarios de este artículo, cada lector podrá recomendar las obras de entrada o de el reencuentro con la cinematografía del sueco.

El rostro: encantadora e irónica mascarada

Una compañía de teatro magnético, de magia, ilusionismo y supuestos poderes sobrenaturales, llega entre sospechas a una pequeña localidad. Las autoridades del lugar les dispensan un recibimiento humillante que despierta las iras del silencioso líder del grupo, Vogler. A partir de ahí, se desplegará una trama de romances ligeros, resentimientos sordos, engaños e incluso muertes, siempre con un cierto aire teatral.

La historia de nómadas y feriantes puede remitir en algunos aspectos a El séptimo sello, y no deja de plantear temas de calado (como el recelo del científico de la ficción ante cualquier amenaza irracionalista, aunque pueda ser meramente lúdica, a su sistema de valores). El enfoque, en todo caso, es inhabitualmente juguetón y, a ratos, decididamente vitalista. Bergman se permite rodar una escena más propia del cine de terror y regala algo poco habitual: un final desbordantemente feliz, aunque no esté exento de ironía.

El manantial de la doncella: lo bucólico y lo brutal

Ambientada en pleno medievo, El manantial de la doncella se inspira en una balada de esa época. Trata de la amada hija de un matrimonio de terratenientes, Karin, que se dirige a depositar velas en la iglesia de su congregación. Las primeras escenas de despertar bucólico y vida familiar apacible van mutando en un viaje inquietante que deviene catastrófico. Bergman filma todo ello con un estilo visual de una cierta austeridad y, a la vez, memorable en su combinación de belleza (del paisaje, de la luz natural bellamente capturada) y horror.

El realizador ofrece un sumergimiento paulatino y doloroso en la barbarie. A su manera artistica, anticipa tendencias del cine global como el turbio género del rape and revenge, basado en la violanción de personajes femeninos y la venganza de estos mismos o sus allegados (La violencia del sexo, Ángel de venganza).

También remite a las futuras, y tremendistas, historias de embrutecimiento al estilo de Perros de paja. A principios de los años 70, Wes Craven (Pesadilla en Elm Street, Scream) realizaría una versión libre, La última casa a la izquierda, que sería uno de los títulos seminales del nuevo horror estadounidense de aquel momento.

La hora del lobo: viaje surreal hacia la locura

Desde un principio, queda claro que este atípico filme trata de una desaparición. Johan es un pintor que se ha trasladado junto a su mujer a una casa aislada ubicada en una isla. Él sufre angustias indecibles, inexpresables, secretas, que su amante comienza a descubrir. Alrededor de la pareja, aparecen diversos personajes en un perturbador crescendo de extravagancia.

Un encuentro burgués alrededor de una mesa, que podría resultar una escena felliniana de vacuidad social, deriva en algo incómodo y sutilmente kafkiano. Y este solo es un apertivo del final de fiesta.

Con La hora del lobo, Bergman ofreció una pesadilla de aspecto surreal, donde el thriller psicológico sobre una mente al borde de la ruptura acaba incorporando escenas perturbadoras que dejan un resquicio abierto a las interpretaciones sobrenaturales. El resultado es un cuento oscuro estrenado en años proclives a las propuestas fantásticas de talante autoral y enfoque enigmático. Repulsión, de Roman Polanski, o Valerie y su semana de las maravillas, de Jaromil Jireš, fueron otros ejemplos de ello.

El huevo de la serpiente: pánico y serenidad ante Hitler

 

Terminamos este repaso con una de las obras más discutidas del realizador sueco. En plena polémica por una presunta evasión de impuestos por la que no llegó a ser juzgado, Bergman intentó la aventura americana con una producción en lengua inglesa protagonizada por David Carradine y Liv Ullmann.

La trama se sitúa en 1923, justo antes del fallido golpe de estado de Adolf Hitler. Una Alemania en caída libre económica da signos de una inquietante permisividad hacia la violencia nacional-socialista y sus discursos de ultrapatriotismo xenófobo.

El huevo de la serpiente trata de un artista de circo, de origen judío pero distanciado de este credo, que se muestra abatido por el abrupto suicidio de su hermano. En un clima de hiperinflación y ataques antisemitas, Abel Rosenberg intenta encontrar un punto de apoyo en una relación resbaladiza con su cuñada. El miedo creciente del antihéroe, celoso en la vida privada y superado por los acontecimientos sociales, acaba siendo justificado: efectivamente, tiene muy cerca el huevo de la serpiente, el germen de lo que será el genocidio nazi.

Quizá Bergman hizo equilibrios entre temas y métodos de trabajo personales y soluciones más propias del drama histórico del momento. Al fin y al cabo, el filme está coproducido por un magnate del espectáculo como Dino De Laurentiis).

Con todo, la temática tratada potencia el interés de una película digna. Y el desenlace, que escenifica una crueldad clínica y desquiciadamente irracionalista, sigue conservando la capacidad de desasosegar. En tiempos tan difíciles, lo humano es sentir pánico; lo monstruoso, mantener una calma fría.

Por qué las comedias románticas siguen sin acertar con las relaciones abiertas

$
0
0

Una pareja ve una película romántica mientras bebe cerveza en el sofá. Ambos se ríen de sus tópicos, sus sobrecargadas y oportunas bandas sonoras y sus predecibles desenlaces felices. Lo critican al tiempo que ella recita sus diálogos de memoria y celebran el esperado y apasionado beso final. Son jóvenes, guapos, heterosexuales y ricos.

El visionado de lo que supuestamente rechazan les da la idea de acostarse, y de pactar que van a mantener relaciones sexuales sin ataduras, emociones, celos, explicaciones ni discusiones. Porque limitarse al sexo y rechazar los sentimientos tendrá como consecuencia liberarse de los problemas intrínsecos de las relaciones convencionales.

Esta es la sinopsis de la película Con derecho a roce que en 2011 protagonizaron Mila Kunis y Justin Timberlake. Hasta aquí, parecía que la cinta se atrevía a poner otro planteamiento sobre la mesa. Lástima que conforme va avanzando termina por convertirse en lo contrario y en aquello de lo que se burlaba: otra comedia romántica más.

Ese mismo año se estrenó Sin compromiso, otro intento que de igual modo acababa construyendo lo que trataba de deconstruir. Aquí la pareja de guapos son Natalie Portman y Ashton Kutcher. En su caso, se conocen siendo niños en un campamento de verano. Desde los primeros planos que lo relatan se anticipa que –¡sorpresa!– volverán a reencontrarse en el futuro las veces que haga falta para conseguir el final feliz. Entre medias probarán, según como se cuenta, el error de reducir sus encuentros al sexo, pero inevitablemente se enamoran. El discurso hegemónico hollywoodiense no iba a dejar que sucediera de otra forma.

Este viernes llega a las salas españolas la nueva propuesta: Una relación abierta, dirigida por Brian Crano y a cuya pareja protagonista dan vida Rebecca Hall, que ejerce también de productora, y Dan Stevens. Otros dos guapos del star system.

Cabía la esperanza de estar ante una historia distinta, pero lamentablemente se repite, aunque el recorrido sea a la inversa. Empieza con los dos personajes ya enamorados, llevan juntos muchos años y son las únicas personas con las que ambos se han acostado.

En una cena con el hermano de ella y su novio, el segundo les pregunta cómo pueden estar tan seguros de que quieren estar juntos toda la vida si no han probado otra cosa. Quedan extrañados y, aunque en ningún momento se les ve realmente convencidos, deciden probar a tener una relación abierta. A partir de aquí empiezan a acostarse con otros hombres y mujeres, prácticamente pidiéndose permiso, y entrando en una espiral de competición que, a pesar de no verles convencidos ni del todo satisfechos, insisten en mantener.

Los dos repiten con sus atractivos nuevos affaries, que encuentran la primera noche que salen. Los interpretan Gina Gershon y François Arnaud, que además canta, toca el piano y compone una canción para la Anna que representa Hall. Durante los 96 minutos de metraje el espectador asiste a una sucesión de encuentros en los que se respira parte de culpa, descubrimiento de otras formas de mantener relaciones sexuales, necesidad de aprobación e inseguridad cuando es el otro el que está acostándose con desconocidos.

Todo para llegar a un desenlace que, siguiendo con la tónica de este tipo de filmes, el espectador espera que sea que se pedirán matrimonio. Efectivamente, aparece el anillo y el novio se pone de rodillas, pero esta vez es rechazado.

Puede concebirse que este final infeliz (según la norma) forma parte de un largometraje que por fin se aleja de los tópicos de las comedias románticas. Pero la falta de credibilidad de este momento es tal que ni convence, innova ni concuerda. Lleva a la interpretación de que se cumple la profecía que augura el amigo de Stevens, de que abrir la relación sería un "suicidio".

Cuando toman la decisión muestran tan poco convencimiento y parece que lo hacen tan porque sí que no hay justificación narrativa. Lo que se muestra es una pareja que está a gusto, mantiene relaciones sexuales, convive y se divierte y que, de repente, opta por probar algo que –tal y como está contado– no necesita, sino que más bien supone una especie de apuesta.

Motivos injustificados de apertura de la relación

Como punto a favor de Una relación abierta está que sea ella la que pierde el miedo a tomar la decisión de descubrirse y explorarse con otras personas. Sin embargo, cuando decide alejarse de lo que tenía establecido y porque "necesita conocerse estando sola", lo que se ha visto en pantalla es que las dudas las genera uno de sus ligues, del que parece empezar a enamorarse. Adiós al discurso de autodescubrimiento.

En Con derecho a roce, el motivo por el que no quieren establecer nada serio es porque los dos vienen de una ruptura y no quieren volver a sufrir. En Sin compromiso, el personaje de Portman se define a sí misma como un "peligro" y le dice a un Ashton Kutcher también enamorado que "lo mejor que te puede pasar es que no volvamos a encontrarnos". Para evitar dolor, apuestan por tener sólo sexo.

Por último, en Una relación abierta el detonante es, en teoría, reforzar aún más su relación. Algo que, como ya comentamos, no necesita.

Futuros fallidos con germen en el presente

La tónica general es que los personajes cuentan con padres separados o sobre los que no se hace referencia. Como la madre de Kunis, a la que interpreta una divertida Patricia Clarkson que está divorciada y que achaca el comportamiento de su hija a que no quiere "repetir los mismos errores que yo". El discurso deja caer que las relaciones que no funcionan han de ser consideradas como fracasos y que, en definitiva, la solución a todos sus problemas la tendrá "saber reconocer a su príncipe azul, porque todos los tenemos".

El padre de su partenaire Timberlake, al que su esposa abandonó cuando era niño, padece Alzhéimer y, en un momento de lucidez, le confiesa que otra mujer a la que conoció estando en la marina fue el verdadero amor de su vida. La madre de Portman es viuda y el padre de Kutcher está liado con la que fue su novia, lo que provoca un enfrentamiento entre ambos y que no se reconcilien hasta que el padre ingresa en el hospital.

Un elenco de matrimonios presentados como opciones fallidas, pero que aun así se plantean a los solteros como la mejor y única solución para ser felices: monogamia para toda la vida.

Relaciones abiertas VS Convencionales

Las relaciones abiertas son retratadas como enemigas de las convencionales; no como una opción, sino como competidoras. Porque, o bien son válidas solo para un tiempo (hasta entender que lo que realmente quieren es estar juntos), o serán el final de su felicidad, porque les hará romper lo que ya tienen y quieren. Sería interesante contar una historia en la que ambos tipos de relaciones puedan convivir de manera sana y natural, como tipos de relaciones que se puedan probar y mantener.

No está claro cuál es la fórmula perfecta para hablar de las relaciones abiertas en el cine pero, desde luego, los tres ejemplos aquí citados no aciertan. Siguen los esquemas habituales de lo que en teoría quieren deconstruir sin éxito y se empeñan en contar la misma historia de siempre, aunque en la última el final no sea feliz.

Siguen quedando lejos de representar la realidad y se mantienen en el aura de idealización que impera en los productos de las comedias románticas. En parte superficiales, predecibles, fáciles, empalagosas y con las bandas sonoras repletas de violines que a más de uno le sacará las lágrimas o la pereza, por perpetuar la espera del príncipe azul o princesa que ni existen, ni nadie ha de aspirar a ser.

Habrá que seguir esperando para dejar de ver relaciones presentadas como perfectas o fracasos, y para ver que las parejas abiertas encuentren un reflejo a su medida. O al menos cerca.

Reír, flirtear y morir asesinado en películas de campamentos veraniegos

$
0
0

La generación Nocilla creció viendo películas de jóvenes estadounidenses que iban al instituto en bicicleta, que pasaban días de peligrosas aventuras... y que iban a campamentos de verano. Estas actividades estivales se convirtieron en localización recurrente de un buen número de comedias y películas de terror desde finales de los años 70 hasta el final de la década posterior.

Estrenada en 1979, Los incorregibles albóndigas fue uno de los modelos del humor juvenil localizado en colonias estivales. El realizador Ivan Reitman y el intérprete Bill Murray, que posteriormente trabajarían en El pelotón chiflado o Los Cazafantasmas, eran los cabezas visibles del proyecto. El alocado monitor encarnado por Murray era el centro cómico de la obra. A su alrededor se desplegaban historias de romance adulto y transiciones de la niñez a la adolescencia.

La narración incluía que se convertiría en un tópico del género: la rivalidad deportiva entre los protagonistas y un campamento elitista y mejor equipado. Se presentaba así una especie de lucha de clases, o, al menos, de la creación de un cierto espíritu de colectivo opuesto al grupo de pijos. El protagonista ensayaba una peculiar estrategia motivacional basada en quitar presión a los participantes: no se deben preocupar por ganar o perder las competiciones porque sus adversarios “seguirán teniendo todo el dinero”.

Los incorregibles albóndigas incluía buena parte de los lugares comunes del género: flirteos entre monitores, niños a la búsqueda de la aceptación social, bromas pesadas recurrentes e historias de terror explicadas alrededor de una fogata. Aún así, su ritmo moroso y abierto a algunos momentos de calma empezaría a estar fuera de lugar en el Hollywood hiperjuvenil y más acelerado de los años ochenta. Con todo, el éxito de la película comportó la creación de secuelas escasa o nulamente relacionadas con el original. Los Albóndigas 4: al rescate, que iba a ser una comedia dramática, se redefinió en pleno rodaje como una nueva entrega de la no-saga.

En paralelo, se difundieron producciones televisivas como Movida en el campamento y su falsa secuela Movida en el campamento II. La primera de ellas estuvo interpretada por un Michael J. Fox a punto de consolidar su estrellato mediante Regreso al futuro. En ese festival del oportunismo desatado, las distribuidoras estatales también jugaron su papel. Up the creek, por ejemplo, era una comedia de universitarios desastrados que se involucran (a su pesar) en competiciones interescolares. Para su estreno español, se rebautizó como Los albóndigas en remojo.

En algunas de estas narraciones se filtraban temas característicos del cine de la época. La batalla del campamento incluía una trama de acoso empresarial para clausurar Kamp Kikakee y convertirlo en una explotación minera, en una variación extractivista de las películas de acoso inmobiliario de la época. Y La revolución de las mariposas trataba de chicos justicieros. Fue otra muestra de la atracción-repulsión del reaganismo hacia sus jóvenes violentos, capaces de erigirse en defensores armados de la patria (desde los delirios teen de Amanecer rojo o Rescate en Corea hasta El sargento de hierro) o de convertirse en pandilleros condenados a ser abatidos por Charles Bronson y compañía.

Caer como moscas por el bien de la moral y la taquilla

El mundo de los jóvenes campistas del Hollywood ha tendido al binarismo: los personajes estaban destinados a reír a carcajadas o a ser violentamente asesinados. Ciertamente han existido propuestas algo más dramáticas (como la nostálgica Cuando llega el otoño o I am not a cheerleader) y autorales (Moonrise Kingdom), pero las dos grandes corrientes del cine de campamentos se basaban en el humor y el terror.

Pocos meses después del estreno de Los incorregibles albóndigas, llegóViernes 13. Si La noche de Halloween llevó la inseguridad a los barrios residenciales de padres ausentes y niñeras heroicas, las andanzas de la familia Voorhees convirtieron los campamentos en lugares de gran mortandad. Monitores y campistas de la ficción eran degollados, apuñalados o decapitados para solaz (o no) de los aficionados al género.

Viernes 13 bebía del terror italiano de crímenes violentos (véase Bahía de sangre, de Mario Bava, por poner un ejemplo) y del cine de asesinatos seriados desarrollado en la misma La noche de Hallowen. A diferencia de sus secuelas y de otros títulos, el filme conservaba un cierto componente de misterio al esconder la identidad del asesino durante buena parte del metraje.

La primera Viernes 13 es, de manera explícita, una narración de venganza y de castigo a los jóvenes más preocupados por sus flirteos sexuales que por sus obligaciones como monitores. A través de una anécdota argumental, se dotaba de justificación psicológica a la muy comentada lógica puritana (por horror moralista ante el sexo prematrimonial o por resentimiento del nerd excluído) del denominado cine slasher: abundaban las escenas de cama o litera violentamente abortadas con cuchillos, machetes y hachas. Como decían los personajes de Scream o Sé lo que hicisteis el último verano, los coitos se pagaban con la vida.

Viernes 13 ha conocido nueve secuelas, un crossover con Pesadilla en Elm Street (Freddy vs. Jason) y un remake homónimo. A esto hay que sumar un buen número de películas de terror que llevaban diversas amenazas a cabañas y paisajes parecidos a los de la infame campamento Crystal Lake. Una de las imitaciones más conocidas, Campamento sangriento, generaría hasta cuatro secuelas.

La quema y Madman coincidieron en llevar un asesino de leyenda urbana a un campamento de verano. La primera de ella ha conseguido un cierto estatus de película de culto. Menos fortuna tendrían Animadoras asesinas, Campamento infernal y Camp Slaughter. Entre los títulos más recientes, cabe destacar Las últimas superviventes, una resultona comedia de terror cuyos personajes caen accidentalmente dentro de una vieja película slasher. Los responsables ponen en común La rosa púrpura del Cairo y el día de la marmota de Atrapado en el tiempo.

Dentro de este goteo (sangriento) de ficciones violentas contra sufridos monitores y campistas, los autores de Bloody bloody bible camp optaron por la provocación al presentar un campamento religioso bañado en sangre (y con cameos de actores pornográficos). La parodia palidece en comparación con la realidad retratada en el documental Jesus Camp, que trata de las actividades veraniegas para hijos de cristianos renacidos. Las miradas extáticas de niños rezando y bendiciendo a una figura de cartón de George W. Bush demuestran que la realidad puede superar a la ficción. Y dar mucho más miedo que los machetazos de Jason Voorhees.

'Campeones', 'Handia' y 'Todos lo saben' son las preseleccionadas por la Academia para los Oscar

$
0
0

La Academia de Cine, presidida por Mariano Barroso, ha anunciado este martes que Campeones (Javier Fesser), Handia (Aitor Arregi y Jon Garaño) y Todos lo saben (Asghar Farhadi) son las películas preseleccionadas para representar a España en la 91ª edición de los Premios Oscar, la cual tendrá lugar en Los Ángeles el 24 de febrero de 2019.    

Para la preselección de las candidatas a entrar en la categoría Mejor película de habla no inglesa se han tenido en cuenta un total de 43 largometrajes estrenados entre el 1 de octubre de 2017 y el 30 de septiembre de 2018, entre las que se encontraba Verónica (Paco Plaza), La librería (Isabel Coixet) o La llamada (Javier Calvo y Javier Ambrossi), filmes descartados por la Academia. 

El año pasado, las tres obras incluidas en esta preselección fueron 1898. Los últimos de Filipinas, dirigida por Salvador Calvo; Abracadabra, de Pablo Berger, y Verano 1993, de Carla Simón, siendo esta última la elegida para intentar llegar a los Oscar de 2017. No obstante, finalmente no consiguió pasar el corte de la Academia de Hollywood y se quedó fuera de la competición por la estatuilla dorada.  

Como la institución informa en Twitter, será el 6 de septiembre cuando se de a conocer cuál de las tres películas aspirará a llegar a Los Ángeles y, si cuenta con mejor porvenir que la cinta de Carla Simón, a aparecer en el Dolby Theatre. 

Así son las tres películas españolas que aspiran a estar nominadas al Oscar

$
0
0

Se posponen las quinielas hasta el próximo 6 de septiembre. Será entonces cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España anuncie si será Campeones (Javier Fesser), Handia (Aitor Arregi y Jon Garaño) o Todos lo saben (Asghar Farhadi) la película que el cine patrio presentará como candidata para luchar por la nominación al Oscar a la Mejor película de habla no inglesa. Y, por qué no, repetir la hazaña que lograron Volver a empezar de José Luis Garci, Belle époque de Fernando Trueba, Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar y Mar Adentro de Alejandro Amenábar.

De nuevo, las tres apuestas dan fe de la diversidad de nuestro cine, teniendo en cuenta sus diferentes temáticas, épocas, localizaciones e intérpretes. A pesar de ello, existe un apartado en el que esta muestra suspende: todas han sido dirigidas por hombres. De esta manera, dejaron fuera a la ganadora del Goya a la mejor dirección de este año Isabel Coixet quien, con La librería, obtuvo también el cabezón a la Mejor película y Mejor guion adaptado. La gran ausente de la selección.

Otros títulos que se han quedado fuera de la terna, y que han despertado mayor o menor asombro, han sido La llamada (Javier Calvo y Javier Ambrossi), Verónica (Paco Plaza), El autor (Manuel Martín Cuenca), No sé decir adiós (Lino Escalera) o La enfermedad del domingo (Ramón Salazar).

Los tres largometrajes elegidos toman el relevo a Los últimos de Filipinas (Salvador Calvo), Abracadabra (Pablo Berger) y Verano 1993 (Carla Simón), de los que la cinta de la catalana terminó por imponerse el año pasado. Aunque fue elegida la Academia española no tuvo tanta suerte en Hollywood, donde no pasó el corte para convertirse en una de las nominadas de la categoría. El tiempo dirá si una de estas tres nuevas opciones cuenta con mejor porvenir. 

Dada la relevancia de la puja, repasamos cada uno de los títulos, analizando sus argumentos, trayectorias hasta el momento, repartos y posibilidades de imponerse en la terna. Y además, esperamos vuestras opiniones para conocer cuál sería la elegida si los votos de nuestros lectores sustituyeran al de los académicos responsables de la elección. 

Handia, el cuento del Gigante de Altzo

Fue la reina de los pasados premios Goya, donde se coronó como la tercera película del cine español en ganar más cabezones con un total de 10, por detrás de Mar Adentro, que se alzó con 14 en 2004 y Ay Carmela de Carlos Saura, que obtuvo 13 galardones en 1990. 

La cinta, rodada en euskera, se sitúa en un caserío familiar de Guipuzcua, en el que crecen los hermanos Martín y Joaquín. Al regreso del primero tras luchar en la I Guerra Carlista, el segundo ha crecido de manera exagerada y juntos se embarcan en un viaje que funciona como una oda a la diferencia, la aceptación y la unión entre los dos hermanos protagonistas.

Su origen es la historia del Gigante de Altzo que uno de sus directores, Jon Garaño, descubrió cuando era niño y quedó fascinado. En el Museo San Telmo de San Sebastián hay pertenencias suyas; un zapato y una silla gigante, entre otros objetos. Fue un personaje real que se convirtió en mito.

El cambio y la capacidad humana para adaptarse es la base de la cinta. Así se refleja en sus personajes, en el que cada uno representa una fuerza, la del mundo que no quiere cambiar y la del que quiere progresar. Igualmente se reflexiona sobre si adaptarse a estos cambios es bueno o malo; y sobre la aceptación social, que dependiendo de cada persona es buscada o necesitada de forma distinta.

Garaño, que aquí ha compartido la labor de dirección con Aitor Arregi, ya sabe lo que es ser seleccionado para optar a la nominación al Oscar a la Mejor película de habla no inglesa, ya que su anterior largometraje, Loreak, codirigido con José Mari Goneaga, fue la elegida por la Academia de Cine en 2014.

Campeones, normalizando la discapacidad

Ha sido el mejor estreno español del año, ha conquistado a más de tres millones de espectadores y recaudado más de 17 millones de euros. La divertida comedia de Javier Fesser ha supuesto un antes y un después en las películas sobre baloncesto en nuestro país, pero sobre todo en la inclusión en pantalla de personas discapacitadas.

Javier Gutiérrez da vida a Marco, un entrenador de baloncesto profesional que debe ponerse al mando de un equipo de discapacitados intelectuales. Poco acostumbrados a ver a estas personas en las proyecciones, y mucho menos practicando algún deporte, aquí se normaliza su presencia, mostrándolos no sólo jugando al baloncesto, sino también trabajando, duchándose, cogiendo el autobús, durmiendo o bañándose en la playa, y con humor.

"¿Somos capaces de muchas cosas? ¿Nos sentimos capaces de muchas cosas? Si te pones a pensar en las discapacidades que tenemos cada uno no nos consideraríamos tan por encima de las personas, en teoría, con discapacidad", reflexionaba Gutiérrez en una entrevista, para el que el tema central del filme le remueve en el terreno personal: su hijo pequeño sufre una discapacidad.

Es una película macarra, políticamente incorrecta y valiente. Es cierto que su guion es predecible y que se echan en falta a más jugadoras en el equipo, pero conquista en el protagonismo que otorga a sus integrantes, interpretados por personas con discapacidad en la vida real. Invita a reflexionar sobre lo considerado "normal".

Fesser, responsable de otros filmes como El milagro de P. Tinto (1998) o Camino (2008), ha reconocido feliz ante la noticia que "en todas las películas hablamos de personajes pero en esta me siento mas obligado a hablar de personas. Creo que representan cosas que me pasan a mí y a todos los españoles pero que son muy universales". 

Todos lo saben, incógnita hasta su estreno

Una semana antes de su estreno en las salas de nuestro país sabremos si será la candidata española a optar por la nominación del Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa. Cuenta con dos de los actores más internacionales del cine patrio, Penélope Cruz y Javier Bardem, que se han puesto a las órdenes del iraní Asghar Farhadi. Tres figuras que ya saben lo que es ganar una estatuilla. En el caso del cineasta, este atesora dos premios por Nader y Simín, una separación, en 2012 y El Viajante, en 2017.

El largometraje inauguró el último Festival de Cannes y próximamente estará en el certamen de Toronto, que se celebrará del 6 al 16 de septiembre. Rodada entre Madrid y Guadalajara, es un thriller psicológico en el que Laura (Cruz) viaja desde Buenos Aires a su pueblo natal en España para asistir a la boda de su hermana. Lo planteado como una breve visita familiar se verá afectada por un inesperado suceso.

La crítica internacional ha destacado cómo a partir de un punto de no retorno se vuelve compulsivamente absorbente y la rendición ante el trío protagonista Bardem, Cruz y Darín, que "saben cómo darle vida a sus personajes incluso cuando no tienen mucho que hacer". Se ha comentado que no está al nivel de los trabajos previos de Farhadi, pero es pronto para encasillarla en tal denominación.

"Hay que acabar con los discursos machistas en el cine, los predique un tío o un elefante"

$
0
0

"Lo primero que hago la mañana siguiente cuando gano un premio es escribir la primera palabra del siguiente guion". La práctica llevada a cabo por la valenciana Elena López Riera refleja la carrera de fondo que implica querer ser cineasta en nuestro país. Su cortometraje Los que desean ha sido galardonado el pasado 11 de agosto en el Festival de Locarno que, este año, ha concedido 12 de las 25 distinciones de su palmarés a mujeres.

No es el primer trabajo de la directora y programadora, ni tampoco el único en lograr visibilidad internacional. Con su anterior corto, Las vísceras (2016), viajó igualmente al certamen de la ciudad suiza y, con Pueblo (2015), participó en la Quincena de Realizadores de Cannes. Tres de tres. López Riera cuenta a eldiario.es cómo para ella la coherencia con una misma es fundamental para defender con dignidad y orgullo sus producciones, aunque "lo más importante es que la gente no piense en seguir ninguna fórmula, sino en sacar lo que tiene dentro que refleje su pensamiento".

La valenciana se suma a la lista de directoras españolas que en los últimos años han entrado en la industria cinematográfica por la puerta grande. Reclama, no obstante, que "deberían ser muchas más". La gran revelación del año pasado fue Carla Simón y su Verano 1993, con el que logró en Berlín el galardón a la Mejor Ópera Prima y el Gran Premio del jurado. Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius y Marta Verheyen aportaron frescura y verdad con el filme Las amigas de Àgata, cuyo germen fue un Trabajo de Fin de Grado; y su protagonista Elena Martín, filmó el largometraje que los estudiantes Erasmus necesitaban en Júlia ist.

Lo mismo ocurrió con el cortometraje de Laura Ferrés Los desheredados, máximo premio de su categoría en La Semana de la Crítica de Cannes en 2017. Most Beautiful Island de Ana Asensio fue ganadora del festival SXSW de Austin, con su relato sobre la llegada de una española sin papeles a Nueva York. Lara IzaguirrePaula OrtizElena Trapé son otros de los nombres de las mujeres que, según López Riera, "han ido abriendo camino antes que yo, modelos que ayudan a seguir adelante".

¿Por qué esta oleada de nuevas directoras en este momento? "Hemos vivido un despertar y hemos tomado conciencia de que teníamos que hablar nosotras y no dejar que lo hicieran otros", comenta. Defiende que es una tónica general, pero que debe aplicarse a todo, "a hacer películas, a ser abogada, pero también ama de casa, ser consciente de que por serlo ni tu marido ni tus hijos deben manipularte. Lo más importante es que la mujer decida y hable por sí misma". Y, sentencia, "asumir su propio discurso y su propia voz".

Discursos machistas dirigidos por mujeres

Sin embargo, no todo le vale a esta autora, para quien las nuevas temáticas que pueden aportar las mujeres detrás de las cámaras no son tan importantes como "la manera en que se producen las miradas, lo que generen esos temas". Reclama que hay que "acabar con los discursos machistas en el cine, los predique un tío o un elefante. Que se deje de construir a la mujer como objeto de una mirada sin poder de decisión. Ese es para mí el gran avance del feminismo".

En esta andadura es fundamental la educación y aclara que da igual que un filme sea dirigido por una mujer si reproduce el mismo discurso con personajes femeninos "castigados y sumisos". Tampoco le convence que haya que incluirlos porque sí. "Depende, si vas a poner a una mujer para que la apareen y sea un objeto prefiero no hacerlo", asegura. 

Su recién premiado Los que se desean está protagonizado por un grupo de hombres que practican la colombicultura, una tradición por la que se entrena a palomos para una prueba en la que deben seducir a una paloma hembra. El ritual se practica en su pueblo, Orihuela, y quiso retratarlos por la "fascinación" que siente hacia la "comunidad que se genera". En contra de lo que impera en la norma cinematográfica, aquí son ellos los que son retratados bajo la mirada de una mujer y no al contrario. Una mirada cargada con el deseo que los hombres de su película admiran el evento al que asisten.

Activismo desde la programación

López Riera es doctora en Comunicación Audiovisual. Ha enseñado cine y literatura comparada en la Universidad de Ginebra de 2008 a 2013, ha trabajado como comisaria y programadora para el festival Internacional Cinema Jove de Valencia, la misión española de cultura de la ONU y Tabakalera.

No estudió cine "porque la escuela era muy cara" y porque con 15 años preguntó a sus padres si podía dedicarse a hacer películas y le contestaron que "no era una buena idea". Más tarde entendió que "querían protegerme, por ser mujer, de un pueblo y con una familia en la que nadie tenía nada que ver con la cultura. Pero aún así han sido un gran apoyo". 

Su verdadera escuela fueron sus amigos, con los que fundó el colectivo lacasinegra, cuyo objetivo era la experimentación sobre los dispositivos audiovisuales en todas sus versiones. "Teníamos móviles, ordenadores, abrimos un canal de Vimeo y empezamos a producir pelis que no veía nadie, era un ejercicio de amor al cine que pudimos hacer gracias a estar en los 2000, tener Internet y cámaras domésticas", recuerda. La película Pas à Genève (2014) fue una de sus producciones. 

Su labor como programadora le llevó el año pasado a ver un total de 3.000 películas, lo que define como un "privilegio". Al contrario de lo que defienden algunos grupos feministas, López Riera no está a favor que de que se imponga un sistema de cuotas en los festivales que "obliguen a incluir trabajos realizados por mujeres. Creo que está bien fomentarlo pero no convertirlo en matemáticas". Explica que es mucho más importante que no se incluyan títulos "que reproduzcan modelos machistas, los haya hecho una mujer o un hombre".

Sí que está a favor del cambio de dirección del Instituto de la Cinematografía (ICAA) con Beatriz Navas a la cabeza. "Es una persona que todos conocemos por su trabajo como programadora y agente cultural", explica antes de añadir que "tenemos esperanza en que cambien las cosas y las sensibilidades". Algo a lo que espera que ayude también su galardón, para abrir miras a que las instituciones "atiendan a otro tipo de cine que no sea tan convencional".

La ingente cantidad de producciones que ve durante el año le permite conocer el estado de la producción cinematográfica, sobre la que se siente optimista. "Aquí en España, por ejemplo, a pesar de lo difícil que es hacer cine se hacen pelis muy buenas. También en Europa o América Latina, en países donde tienen con muy pocos recursos", recalca.

Parte de su positivismo lo acarrea a su ideología política, "creo que la gente de izquierdas somos optimistas por naturaleza, si no piensas que las cosas pueden ir a mejor y cambiar es porque eres de derechas". Desde luego, la cineasta tiene motivos como para serlo, sabiendo que sus tres cortometrajes han sido recibidos y aplaudidos en distintos certámenes internacionales. Cabe plantearse qué es entonces lo que le frena a lanzarse a la realización de un largometraje, para lo que le queda "terminar el guion".

También queda conseguir el apoyo y el respaldo para llevarlo a cabo en las condiciones que necesite, sin tener que coartar su imaginación. Para, además, convertirse en un referente más dentro del sector y, de esta manera, que cuando una niña de 15 años vuelva a preguntar a sus padres si puede dedicarse a hacer películas esta vez sí sea una buena idea.


De pirañas a ranas: ocho películas sobre terror acuático en las que no encontrarás tiburones

$
0
0

La tendencia a la hipérbole del blockbuster actual produce discursos sorprendentes. Allá donde hace seis años nos parecía increíble que coincidiesen en pantalla cinco superhéroes en Los Vengadores de Joss Whedon, hoy nos parece de lo más lógico que haya 25 en Infinity War. También que la Estrella de la Muerte parezca una pelota de ping-pong al lado de la Base Starkiller de los villanos de El despertar de la fuerza, que lo que era un parque jurásico con discutibles sistemas de seguridad ahora se haya convertido en una plaga de alcance mundial en Jurassic World: El reino caído.

Pero entre tanto estimulante visual puede que se nos haya pasado un fenómeno igualmente interesante, calco de la caligrafía que hace más grande e impresionante lo que ocurre en pantalla, pero con un discurso distinto. Hablamos de la artimaña de disfrazar de sentidos homenajes lo que no dejan de ser versiones hartas de anabolizantes de blockbusters clásicos. Es lo que hizo El rascacielos con La jungla de cristal de John McTiernan, y lo que ha acaba de hacer Megalodón con el Tiburón de Spielberg, como bien señalaba el periodista Alberto Corona en este brillante artículo.

A la vista de las frustradas reacciones que ha suscitado Megalodón, podríamos estar ante una nueva constatación de que un tiburón más grande no significa necesariamente un tiburón mejor. Pero también podríamos estar ante un mal ejemplo de un subgénero, el de los terrores acuáticos, prolijo en criaturas abisales gigantescas absolutamente terroríficas, que van mucho más allá de los escualos. Monstruos marinos los hay en el cine desde hace décadas, y monstruos marinos gigantes también. En honor a todos ellos, aquí van unas cuántas películas que nos hicieron pasar un buen mal rato en verano.

La mujer y el monstruo (1954)

Durante una investigación, el doctor Maia encuentra una terrible garra fosilizada que no corresponde a ningún animal conocido. Motivados por desvelar el secreto que esconde el fósil, los doctores Reed y Williams inician una expedición hacia la Laguna Negra, un paraje lleno de leyendas. Allí se las verán con un hombre-anfibio con especial querencia por Kelly, la mujer de uno de los investigadores.

Precursora del terror acuático tal y como lo conocemos, esta película fue entendida en su momento como una estrategia comercial de la Universal que quería veinte años después de haber estrenado el Drácula de Lugosi y La Momia de Karloff, seguir añadiendo monstruos clásicos a su panteón. Lejos de significarse como tardía adhesión, La mujer y el monstruo cuenta con algunos de los hallazgos visuales más bellos de toda la serie de los clásicos de la Universal, pero sobre todo, sienta las bases de la construcción del relato del cine de monstruos marinos sobre las que se erigirán las generaciones venideras.

El monstruo de Piedras Blancas (1959)

Una pareja de pescadores aparece asesinada en la pacífica playa de Piedras Blancas. Mientras el sheriff del lugar investiga el caso, un joven se enamora de la hija del misterioso farero. Con el tiempo, aparecen más cadáveres y, a su alrededor, unas extrañas escamas. Nada es casualidad y el misterio puede tener algo que ver con el Faro del lugar.

Contestación gore, cuando no imitación bestia, de La mujer y el monstruo, este film inauguraría la tradición de reformular un monstruo ya asentado en el imaginario para hacerlo más feo y más terrible, amén de desembarazar al subgénero de toda pretensión artística abrazando la suspensión de la credibilidad y la narración de brocha gorda sin por ello dejar de cumplir su función: dar miedo.

Ranas (1972)

Una familia acaudalada decide celebrar el cumpleaños del patriarca, Jason Crockett, en una remota isla de su propiedad. Sin embargo, el viejo hombre odia la vida salvaje y no cesa en su empeño de fumigar y envenenar los alrededores de la casa con el legítimo objetivo de pasar unos días tranquilos. Con tan mala suerte que todos los reptiles y anfibios del lugar se ofenderán hasta el punto de querer aniquilar la vida humana sobre la isla.

Aunque la película entrañe una pequeña traición, puesto que las ranas en sí mismas no son el enemigo principal de la familia Crockett, este film dirigido por George McCowan, realizador que hizo fortuna en televisión gracias a series como Starsky y Hutch o Los ángeles de Charlie, explota de forma singular el miedo a la naturaleza como síntesis máxima del subgénero acuático. Y lo hace personificándose como un remix del género en el que caben cocodrilos, lagartos acuáticos y todo tipo de criaturas viscosas. La Rebelión en la granja owerlliana del terror bajo las aguas.

Piraña (1978)

Una especie de piraña alterada genéticamente durante la Guerra de Vietnam para poseer unos dientes aún más mortíferos, se escapa de unas viejas instalaciones militares. Tras devorar a un par de turistas despistados, se acercan peligrosamente a un lago en el que se acaba de inaugurar un complejo turístico con campamento infantil incluido.

Después de probarse en documentales como The Movie Orgy, u homenajes a la serie B como Hollywood Boulevard, Joe Dante saltó a la fama con este film que nos descubrió el oficio de alguien que luego nos regalaría algunos de los entretenimientos más memorables del siglo XX: Aullidos, Exploradores, Gremlins, El chip prodigioso o Pequeños Guerreros. Y lo hizo además inaugurando una saga por la que pasarían el mismísimo James Cameron con Piraña II: Los vampiros del mar o realizadores capaces de ofrecer sustantivas sorpresas en el género como Alexandre Aja con Piraña 3D.

Leviathan: El demonio del abismo (1989)

Durante una misión, la Corporación Minera Transoceánica descubre un viejo barco de la armada soviética hundido en las profundidades. En él no hay resto de vida alguno pero sí una botella de vodka guardada en una caja fuerte. Entre bromas y estrés, los marineros empiezan a beber de la botella. Pronto sufren terribles mutaciones de un ente marino que podría acabar con todos.

Leviathan: El demonio del abismo, se nos presenta como una rareza del subgénero por proponer la exploración de un concepto poco transitado: el terror acuático invisible, o más bien el terror al líquido en sí mismo, capaz de terribles acciones en contacto con el ser humano. Con todo, el film no deja de ser una trasunto subacuático de Alien, el octavo pasajero producido a mayor gloria de la poderosa familia napolitana de los De Laurentiis.

La grieta (1990)

Un submarino de alta tecnología desaparece en una grieta submarina cerca de las costas de Noruega. Otro submarino de alta tecnología acude para descubrir qué ha pasado, perdiéndose en un laberinto de fosas marinas en las que habitan las más variopintas y poco hospitalarias criaturas asesinas abisales.

Dirigida por Juan Piquer Simón, realizador valenciano autor de películas como Mil gritos tiene la noche o Slugs, muerte viscosa, La grieta sería la representante española de esta breve lista por su falta de pretenciones y su absolutamente libre concepción del terror bajo las aguas. Una desprejuiciada y disparatada aventura subacuática en la que actores como Emilio Linder o Tony Isbert luchan con criaturas propias del imaginario lovecraftiano, y personajes de la farándula como José María Martínez Bordiú –Pocholo- interpretan a musculosos buceadores escandinavos llamados Sven.

Anaconda (1997)

Una expedición de documentalistas capitaneada por la realizadora Terri Flores, se interna en el Amazonas en busca de la tribu indígena de los Shirishama. Cuando un insecto pique a uno de los integrantes del grupo, se verán obligados a retroceder y de paso descubrir que la verdadera razón de ser de quién patrocina la aventura es dar caza a una gigantesca anaconda.

Un reparto que contaba con Jennifer López, Jon Voight, Owen Wilson, Danny Trejo e incluso Ice Cube, se enfrentó a la variante serpenteante del terror bajo las aguas sin demasiado éxito. Dirigida por el peruano Luis Llosa, Anaconda significó el resurgir hollywoodiense de un subgénero estancado no tanto entre la crítica -que masacró el film-, como entre los ejecutivos de estudios que viendo la taquilla de este título se animaron a producir películas como Deep Rising, Esfera, Deep Blue Sea o Mandíbulas los años siguientes.

The Host (2006)

Tras vaciar centenares de litros de formaldehído en el río Han, en Seúl, una criatura anfibia muta lo suficiente para alcanzar proporciones bestiales. Atraído por la carne humana, un día asalta un parque y secuestra a una niña llamada Hyun-Seo. Su padre, atontado vendedor de comida ambulante, unirá a toda la familia para rescatarla.

Seguramente una de las películas más destacadas que ocupan esta lista y, sin lugar a dudas, la mejor película de monstruos marinos y temores acuáticos de lo que llevamos de siglo, The Host supuso el asalto al terror del realizador surcoreano Bong Joon-ho, responsable de obras de valía tan rotunda como Memories of a Murder, Mother, Rompenieves u Okja. Su pericia técnica solo está al nivel de su profundo humanismo, empeñado en recordarnos que, tal vez, nuestros mayores miedos no sean criaturas gigantescas venidas de aguas turbias.

'Purasangre': juguetón taller de psicopatía para integrarse en la alta sociedad neoliberal

$
0
0

El cine de Hollywood incluye una larga tradición de ficciones que proyectan miedo a la juventud. A lo largo de décadas, se han sucedido las miradas inquietantes a moteros, hippies y pandilleros de muy diversa filiación. Desde mediados de los años 90, el fotógrafo y cineasta Larry Clark (Kids, Bully) se ha especializado en observar a una juventud donde lo hedonista, lo autodestructivo y lo cínico se entrelazan sin que puedan discernirse fronteras demasiado claras.

En el caso de Purasangre, primer largometraje del estadounidense Corey Finley, la mirada se dirige a los suburbios adinerados. Amanda es una adolescente problemática, estigmatizada por haber matado a su caballo, que se reencuentra con una antigua amiga de la niñez. No se trata de un reencuentro nostálgico: la madre de Amanda ha pagado a Lily para que tutele el estudio de su hija y, sobre todo, para que esta sociabilice.

Nada más comenzar el filme, Amanda confiesa una total falta de sentimientos. Es una inversión, pasiva e hiperracionalista, de aquella juventud saciada de bienestar y que persigue experiencias extremas para sentirse vivo, como aquel chico que fallece en plena autoasfixia erótica en Ken Park. Amanda se resigna, según su propio relato, a una vida de aires robóticos. Lily, por su parte, contiene un egocentrismo exacerbado. Su estilismo puede recordar a una variante actual, teen, de las bellezas femeninas más pop incluídas en la cinematografía de Hitchcock.

Alrededor de ambos personajes, aparecen unos espacios de lujo siempre vacíos o semivacíos. Y siempre contemplados desde una cierta extrañeza, se trate de salones de hogares suntuosos o de balnearios de lujo. Los adultos que comparecen resultan más bien detestables, comenzando por un pequeño narcotraficante amante del pensamiento positivo y firme creyente en el crimen como medio de ascensión social.

En este contexto, Amanda ejerce de coach en psicopatía a su compañera, a quien ofrece un manual de adecuación a un mundo poco proclive a la piedad y a la empatía. El hilo que despierta la atención de Lily es: ¿por qué no matas a tu padrastro, si empeora la vida de las personas de su entorno? Aquí comienza la vertiente más negrísima de esta comedia psicológicamente violenta donde quizá la psicópata no es la persona más cruel ni la más dañina.

El crimen como normalidad

Finley ofrece una versión glacial e hipercontenida de la retórica de jóvenes lenguas viperinas explotada en ficciones como Scream queens. Las maledicencias de adolescentes resabiados se tornan en autopsias verbales, fríamente crueles, a cargo de Amanda y su presunta discípula, más proclive al arribismo que su mentora. Son las decisiones de Lily las que generan intriga y mueven la trama porque, a diferencia de su compañera, ambiciona y desea con intensidad.

La propuesta supone una especie de Sangre fácil en versión juvenil. Remite a ese cine indie reciente, ambiciosamente estilizado, que mantiene las distancias con géneros establecidos como el noir. Un referente puede ser La bruja, con la que comparte actriz (Anya Taylor-Joy). O esa Hereditary que ajusta cuentas con la familia y que examina la realidad con mirada de demiurgo estetizante y algo cruel. Finley, eso sí, se aleja de los códigos del terror y juguetea con las representaciones del vacío, con los silencios y tiempos casi muertos propios de muchos dramas de autor.

El realizador ofrece algunas secuencias visualmente atractivas. Y otorga un notable protagonismo a la música del violoncelista Erik Friedlander, un habitual de la escena vanguardista neoyorquina y colaborador de John Zorn. El resultado es un oscuro disfrute con un enfoque satírico bastante obvio, quizá previsible, pero no necesariamente menos punzante por ello.

En una pesadilla ochentera de juventudes terribles, Curso de 1984, un adolescente agresivo afirmando con aire de amenaza: "Soy el futuro". En Purasangre, un personaje ya crecido habla de la abundancia de jóvenes millonarios y afirma: "Es nuestro momento, joder". Purasangre podría considerarse un cuento de fobia a los jóvenes, por su vertiente de advertencia sobre los excesos de los jóvenes adinerados, pero acaba criticando a las rentas altas en general. Su autor parece satirizar el dogma de tomar por la fuerza aquello que desees, la constante negación neoliberal de la dimensión ética de los conflictos y las competiciones.

Con más violencia y gran guiñol, Purasangre hubiese podido ser la versión noir del terror satírico y de clase que planteó Adam Wingard en Tú eres el siguiente. Su autor ha optado por no escaparse completamente de lo dramático, y por ofrecer un mensaje pesimista: el mundo es un desastre y la exclusión social de Amanda deriva de la hipocresía social de quienes la marginan, no de unas peculiaridades psicológicas (como la falta de empatía) que parecen habituales en su mundo.

A pesar de sus momentos de lucidez, la joven no acaba de saber distinguir entre lo simulado y lo auténtico. Y comete un error de diagnóstico: afirma que, al no tener sentimientos, debe esforzarse más que los otros en ser buena. Desconoce que quizá es más saludable carecer de emociones que sentir emociones destructivas.

Elvis Presley, o cómo el Rey del Rock acabó desplomándose en su trono

$
0
0

1936, Tupelo (Misisipi). Gladys y Vernon duermen en una pequeña casa de madera cuando, de repente, escuchan un fuerte estruendo en el exterior. Creen que aquel ruido procede de un tren que se dirige hacia ellos a toda máquina, por lo que deciden "salvar" a su pequeño hijo tirándolo por la ventana. Lo que les despertó, en realidad, era un tornado. Uno de los más más destructivos en la historia de los Estados Unidos. No obstante, a pesar de que murieron más de 400 personas, aquel niño sobrevivió. De no haber sucedido así, el mundo no sabría quién es Elvis Presley.

Red West, amigo de la familia, es quien cuenta la historia anterior. Es una de las muchas que aparecen en Elvis Presley: buscador incansable, un documental producido por HBO y estrenado el pasado jueves en Movistar+ que ahonda en facetas inexploradas del que acabaría convirtiéndose en el Rey del Rock. Se trata de un relato dirigido por Thom Zimny (que ya contó los inicios de Bruce Springsteen) dividido en dos partes, las cuales hablan de dos Elvis distintos: el primero es uno seductor, imparable y motivado por la fama que consiguió en poco más de un año; mientras que el segundo es uno rendido a los clubes nocturnos, a las drogas y al Hollywood más comercial.

Al igual que muchas otras figuras de la música, Elvis tampoco queda exento de controversias, de luces y sombras, de una vida sobre el escenario y otra fuera de él. Para dar fe de todo aquello, Zimny decide contar con los testimonios de reconocidos músicos como Tom Petty, Bruce Springsteen o Emmylou Harris, pero también con historiadores, directores de discográficas e incluso con allegados al cantante. Es el caso de su primera pareja, Priscilla Beaulieu, a la que sacaba diez años y conoció cuando esta solo tenía 14.

Música negra cantada por un blanco

"Cuando tenía tres o cuatro años, me separé de mis padres en la iglesia, fui al frente del coro y empecé a cantar", recuerda Presley en una de las entrevistas que aparecen en el documental. La apropiación cultural no la creó Rosalía: siempre estuvo ahí, y el del Rey del Rock es otro de los muchos casos sujetos a la eterna discordia. De hecho, la primera vez que le escucharon por la radio pensaban que era un cantante afroamericano.

Sin embargo, la predilección de Elvis por la música negra no llega a partir de una elaborada campaña mercantil (eso llegaría después), sino del ambiente sureño del que se nutrió en Tupelo. Mientras Estados Unidos vivía bajo el paraguas racista alimentado por Theodore Roosevelt, el cantante permanecía ajeno a toda aquella segregación. Fue esto lo que, siendo niño, le permitió traspasar las barreras del color en una época dividida. "Si ponías la radio escuchabas góspel, si cambiabas escuchabas country, si cambiabas escuchabas blues, si cambiabas escuchabas el programa de domingo noche", explica Bruce Springsteen en la obra haciendo referencia al entorno del artista.  

Vivir en una zona rural tampoco dejaba muchas otras opciones que no fuera la de ir a la iglesia para escuchar góspel, un estilo musical que, al margen de sus connotaciones religiosas, buscaba la integración a base de energía y sentimientos. "Los cánticos eran los pilares de la música. Tenían ritmo, golpes fuertes… En las iglesias estaban las bases de las bandas de rock and roll", asegura en el filme Bill Ferris, profesor especializado en historia de la música.

La tendencia continuaría años después en otra ciudad: Memphis. Elvis se mudó allí cuando solo tenía 13, y descubrió el que era el punto de encuentro para mucha gente que salía de las plantas sureñas de algodón. Concretamente, fue la calle Beale Street la que sirvió de escaparate para grandes figuras de la talla de B.B. King o Johnny Ace. Nada de esto pasaría desapercibido para el de Misisipi.

Presley esperó hasta los 19 años para ponerse a prueba delante de un productor. Y no lo hizo con uno cualquiera, sino con Sam Phillips, fundador del sello Sun Records que incluye a Rufus Thomas o The prisoners, entre otros. "No entraba en el estudio ni pedía una audición, pero no paraba de pasar por delante del escaparate", recuerda el encargado de la firma.

Su primer sencillo fue That’s all right, el cual acabó convirtiéndose en todo un éxito a través de los programas radiofónicos más conocidos de Memphis. Transformó el estilo bluegrass en lo que después sería llamado rock and roll. "No es que lo inventara, para eso ya tenemos a Little Richard o Joe Turner. Elvis no hacía eso. Lo que hacía era diferente: metía toques de country, metía toques de góspel blanco… Lo convirtió en música popular", considera Tom Petty.

Tras meditarlo mucho, Presley abandonó Sun Records y se puso a las órdenes de un nuevo representante: el coronel Tom Parker. Sabía que no hablaban el mismo idioma en cuanto a creatividad, pero era la única opción para entrar en el mercado nacional, para aparecer en televisión y para firmar con el gran sello RCA. "El Coronel siempre pensaba en el merchandising, en la mercancía. Eso es lo que Elvis era para él y RCA", afirma en el reportaje Ernst Jorgensen, escritor y productor discográfico.

El góspel como cura para un alma marchita

"Cuando su madre murió le dejó vacío. Nunca volvió a estar completo como antes", señala Nik Cohn, escritor especializado en rock. La triste noticia llegaba poco antes de que Elvis fuera llamado para realizar el servicio militar en Alemania. Según Priscilla Beaulieu, allí fue donde "empezó con los estimulantes para sobrellevar el ejército, el frío y las noches solitarias", algo que también combinaba con la música. "Siempre que pasaba por un momento difícil recurría al góspel en búsqueda de transcendencia y de paz", añade.

La segunda parte de Elvis Presley: buscador incansable es la más negra, la que marca al coronel Tom Parker como el principal responsable de su decadencia y de su venta al por mayor. La estrella que antes levantaba pasiones con cada movimiento de cadera, la que aspiraba a entrar en el cine como el nuevo James Dean o Marlon Brando, quedó relegada a la servidumbre en clubs de Las Vegas. Fue entonces cuando intentó mantener el nivel sobre el escenario recurriendo a las sustancias que descubrió durante sus años de militar: las drogas.

El 16 de agosto de 1977 Elvis Presly apareció muerto en Graceland, su mansión de Memphis. Tenía 42 años, pesaba 130 kilos y en su cuerpo encontraron restos de catorce drogas diferentes, todas ellas, según Priscilla Beaulieu, recetadas legalmente por el médico George Nichopoulos. Muchos de sus fans se negaron a aceptar la noticia y empezaron a difundir teorías conspirativas sobre su existencia, pero era real. El Rey del Rock se había acabado. Aun así, como deja patente el documental, su legado permanece escrito con mayúsculas en la historia de la música.

Danny DeVito recibirá el Premio Donostia en el próximo Festival de San Sebastián

$
0
0

El estadounidense Danny DeVito es el segundo Premio Donostia confirmado por el Festival de San Sebastián, tras el aununciado en junio al director japonés Hirokazu Kore-eda, que se convertirá en el primer asiático en recibir tal reconocimiento.  El actor recogerá su galardón el sábado 22 de septiembre y, al día siguiente, presentará la película Smallfoot en el Velódromo, sección popular del certamen que acoge grandes estrenos en una sala multitudinaria.

El premio reconoce su trayectoria de casi cinco décadas vinculada a la interpretación en teatro, cine y televisión, contando historias como actor y realizador, además de respaldar proyectos como productor. Se alzó con el Globo de Oro al Mejor actor de reparto de serie, miniserie o telefilme por su interpretación en Taxi en 1980, por la que también obtuvo el Emmy. 

Su rostro es conocido por el público por papeles como el carismático Pingüino de Batman o el gemelo de Schwarzenegger. Ha participado en títulos como Alguien voló sobre el nido del cuco, La fuerza del cariño, Tras el corazón verde, Los gemelos golpean dos veces, Por favor, maten a mi mujer, Dos estafadores y una mujer, Las vírgenes suicidas, Big Fish o The Comedian. El año que viene estrenará la esperada versión de Dumbo, en la que volverá a encarnar, como ya hiciera en Big Fish, a un director de circo en su tercera colaboración con Tim Burton. 

En televisión, destaca su trabajo en la citada serie Taxi, con la que se dio a conocer, y en It’s Always Sunny in Philadelphia. Ha prestado su voz para películas de animación como Space Jam (1996), Hércules (1997), Lorax: En busca de la trúfula perdida (2012) y la que le llevará por primera vez a San Sebastián, Smallfoot. La cinta pretende dar la vuelta al mito del Yeti y se basa en una historia original del español Sergio Pablos, responsable de la idea original de Gru, mi villano favorito (2010). 

Delante y detrás de la cámara

Ha dirigido y protagonizado películas como La guerra de los Rose (1989), Hoffa: un pulso al poder (1992), Smoochy (2002), Tira a mamá del tren (1987), Curmudgeons (2016), Duplex (2003), El juego de las audiencias (1984) y Matilda (1996), basada en el libro de Roah Dahl. Igualmente, ha producido largometrajes de Quentin Tarantino, Steven Soderbergh o Milos Forman. 

Está al mando de la compañía Jersey Film’s 2nd Avenue que produjo Erin Brockovich (2000) con la que recibió una nominación al Oscar a la mejor película, Pulp Fiction (1994), Un romance muy peligroso (1998), Freedom Writers (2007), Algo en común (2004), Y entonces llegó ella (2004) y De ahora en adelante (1998), entre otras. Asimismo se ha desdoblado como productor y coprotagonista en Cómo conquistar Hollywood (1995), Man on the Moon (1999), Be Cool (2005), La apuesta perfecta (2006) y Todos la querían muerta (2000).

El Ministerio de Cultura se plantea "revisar" la bajada del IVA al cine si no se abaratan las entradas

$
0
0

A pesar de que el pasado mes de junio se confirmó la bajada del IVA de las entradas de cine del 21 al 10%, las dudas sobre cómo afectaría la medida es lo que más importa al espectador: el precio para ver una película. Después de años solicitando una rebaja sobre este impuesto, según un informe de FACUA, siete de cada diez salas no ha aplicado correctamente la reducción. De hecho los datos del INE reflejan que las entradas de cine, teatro y espectáculos han subido un 8,8% en julio respecto al mes anterior.

Al citado informe ha respondido este martes el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, en declaraciones a la Cadena SER: "No estoy de acuerdo con esa cifra". La cifra que maneja el Gobierno, según el político, es que el 50% de las salas han aplicado esta rebaja del IVA, unos datos que sigue sin considerar "suficientes".

Guirao apunta que el peso de implantar esta decisión recae ahora sobre exhibidores y distribuidores, y que, de no aplicarse, "a lo mejor es una medida que hay que plantearse revisar". Este periódico se ha puesto en contacto con el Ministerio de Cultura para conocer más detalles sobre el estudio al que se ha hecho referencia, pero por ahora no ha obtenido respuesta.

"Nos da pena que tengan datos coartados"

Alejandro García, miembro del departamento jurídico de FACUA, lamenta que "la rebaja del impuesto ha conllevado no una rebaja del precio al consumidor si no una subida del beneficio del cine". Sobre las declaraciones del ministro, asegura a eldiario.es que "no se trata de estar de acuerdo o no, se trata de dar datos que son objetivos". "Nos da pena que tengan datos coartados", dice. "Quiero creer que de buena fe no es conocedor de los números".

El abogado afirma que esta práctica no es ilegal, ya que "existe una libertad de precios en el mercado"; no obstante, cree que "lo que no es de recibo es estar exigiendo una rebaja de impuestos y que cuando el Gobierno la facilita, para que el consumidor pueda acceder a la cultura a un precio más competente, la empresa se adueñe" de ese margen.

Ya que no hay medidas para evitar que esto ocurra, García dice que las autoridades "tendrían que estar encima y tener algún tipo de cortapisas" para que estas medidas no caigan en saco roto. Aunque detalla que "el arma principal la tienen los consumidores", que pueden castigar al cine no asistiendo.

La asociación prepara otro informe con los datos de agosto para facilitarlos al organismo competente, en este caso la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, para que actúen en consecuencia. "Esperamos que una vez entreguemos los datos objetivos el ministro se retracte y tome cartas en el asunto", declara García.

Viewing all 2750 articles
Browse latest View live